viernes, 24 de enero de 2014

Empresaurios y currantes








La clase obrera en España es excesivamente considerada, paciente, y hasta complaciente, con respecto a una irrespetuosa y despreciativa patronal. Sobre todo teniendo en cuenta lo largo de algunas jornadas, y las irrisorias nóminas que a cambio reciben, lo que convierte su vida en una tragicomedia, con funestos resultados en algunos casos, pero con un día a día cotidiano bastante más dramático de lo que se quiere hacer entrever, y un futuro oscuro, en el que la sociedad se va hundiendo más y más en la oscuridad. Quizá es que la clase trabajadora se creyó la estupidez esa de la clase media, como los niños creen en los reyes magos o el ratón Pérez. Quizá algún incauto aún se trague lo de que la reducción salarial contribuirá a la recuperación económica...

Los mayores voceros de la llamada "cultura del esfuerzo", son los grandes empresarios. Gracioso, verdad? Ya que el único esfuerzo que hacen es extender la mano para que le caiga el dinero en ella, dinero producido por el esfuerzo de otros. Si, es posible que la inversión inicial requiera de cierto esfuerzo económico, pero ya se sabe que la gran empresa, la que vilipendia a lo público, gusta mucho de chupar del estado, además de quien sabe que otros oscuros chanchullos le proporcionarán su capital inicial.

Porque es eso, la casta empresarial española pregona la pseudocultura del esfuerzo, cuando no hace ninguno. Presumen de crear riqueza, cuando tan sólo disfrutan de ella, siendo sus trabajadores quienes la producen. Se jactan de ganar dinero por ellos mismos, a través de su actividad económica, mientras se inflan a subvenciones, inyección tras inyección de dinero público en un pozo sin fondo. Son aplaudidos como grandes benefactores sociales, aupados como héroes, mientras ellos, juegan con la necesidad ajena exprimiendo a sus distribuidores y sobreexplotando a sus obreros. 

Esa es la verdadera casta parasitaria de este país, la de los empresarios irresponsables y esclavistas, que, aunque no todos, si un número lo suficientemente elevado para entrañar gran peligro. Los que encargaron una asfixiante reforma laboral a un gobierno cómplice. La gente habla despectivamente de la política, pero lo que verdaderamente se está cargando a esta sociedad, es el economicismo imperante, ese que impone sus leyes, la ley de los mercados, con su mano invisible, y su falso mito de la autoregulación. La política tiene el potencial de regenerar a la sociedad. Lo malo es que se dejó  la política en manos de unos pocos, y esos pocos, fueron comprados o intimidados por los poderes económicos, convirtiéndose los partidos mayoritarios en simples marcas comerciales. La política es tarea y derecho de todos nosotros, y de todos los días, no una vez cada cuatro años. Fruto de eso es la ascención de sanguijuelas como Merkel o Rajoy, que a pesar de su egolatría, no son otra cosa que  recaderos de la gran empresa.

Despidos masivos, deshaucios, violencia contra quienes protentan ante la injusticia, desesperación extrema, y muerte, eso es lo que produce esos poderes económicos, que sólo cuidan del beneficio a costa de lo que sea, además de una infame legislación a su medida, para que los que disfrutan de la riqueza, sigan destruyendo a quienes la producen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario