lunes, 6 de mayo de 2013

Fusión






Impredecibles son los hechos de la vida, al menos para Emilio sí lo eran. Tanto tiempo tras Aurora, desde que se habían conocido en aquel curso de diseño, un año atrás, sin saber que era mutuo, y que sorpresa, cuando decidíó  dar el paso. Así vivía él, de sorpresa en sorpresa, sin saber nunca que le deparaba el día de mañana.


Sorpresa! y es que no hay forma de escapar de ella, la vida siempre da sorpresas,  por muchos planes que se hicieran, no podía tenerse todo previsto, los planes que hizo en el pasado siempre, o casi siempre derivaban en otras cosas que ni imaginaba, por lo que en algún momento indeterminado, dejó de intentar planear las cosas, para entregarse a la improvisación, viviendo la vida como realmente merece la pena vivirse.


-Se acabó la vida gris y anodina, no quiero más de eso.- pensaba Emilio, decidido a lanzarse, dar un salto y volar, sin mas disimulos ni subterfugios, sin esos polvorientos disfraces con los que la gente se viste de normalidad, algo que realmente solo es una percepción. Percepción que no compartía con el grueso de la sociedad, especialmente desde la noche,la noche, sin más adjetivos.


La noche especial en que todo sucedió. Fue algo que... realmente le cogió de sorpresa. Creo que ni siquiera pensó en esos instantes.  Aurora sonreía una vez más, ante una animada charla, la hora de retirarse cada uno a su casa se aproximaba, ya tocaba irse despidiendo hasta otro día, pero Emilio, que estaba intentando refrenar las ganas de abrazarla... Y sin saber muy bien como sucedió, se dejó llevar por los impulsos que hasta el momento había conseguido frenar, se rompió su contención, y, sin saber como reaccionaria, se lanzó para besarla, pero...Ella se le adelantó.

Sorprendido por la maniobra, se dejó hacer, y participó del beso con ganas acumuladas, a ese primer beso, le siguieron otros, y los besos detuvieron el tiempo y entonaron su susurrante canción para dos en medio de la noche. Y comprendió que su interior albergaba una pasión tan abrasadora como la suya.


No saben bien en que momento comenzó, ni cuando, ni de que forma acabará, pero de algún inusual modo Emilio y Aurora acabaron  juntos, a causa de aquel beso accidental. Siempre procuraban estar juntos, se completaban uno al otro. Emilio, tan rubio y pálido, y Aurora, de negros cabellos y oscura piel en curioso contraste. Se gustaron con una fuerza inusitada, al principio intentaban mitigar su ardor, limitándose a besos y abrazos, pero al cabo de un tiempo, dejaron de refrenar sus fuegos internos, que ardían intensamente, y las llamas brotaban en una gran explosión ignea sólo con tocarse la piel.

No podían resistirlo más, tenían que satisfacer sus cuerpos, así como sus espíritus, y esa noche dieron rienda suelta a sus deseos contenidos durante tanto tiempo. Los dos en la cama, intercambiando caricias que les electrizaban, sus lenguas recorrieron cada milímetro de la piel del otro, hasta que el deseo se hizo sólido y no podían aguantar más, y se introdujeron uno en el otro. Al principio, suave y pausadamente, pero el ritmo iba en aumento. Emilio, se sorprendió gimiendo sin control, nunca le había sucedido algo así, no podía pensar en nada más que en proporcionarle placer a Aurora, y se abandonaba a ello. Ella también lo sentía así , ninguno de los dos podía parar, cada vez más fuerte, hacían el amor no sólo con sus cuerpos, sino con sus almas y corazones, unidos, percibiendo sensaciones jamás vividas. Era como experimentar un estado superior de la percepción, y la consciencia, a través del placer. Continuaron hasta que no pudieron aguantar más, y llegaron al climax.

Emilio con los ojos en blanco, Aurora con la boca abierta, casi sin respiración , temblando los dos ante un placer que no era de este mundo. Hubo cigarrillos y una pequeña conversación sobre lo inesperado de la vida, sus sorpresas, y al cabo de un rato, sin pensar se besaron de nuevo. Aurora, volvía a sentir ese fuego, que le renacía, como un fénix, y se lo extendió a Emilio, con lo que volvieron a unir sus cuerpos una vez más hasta el amanecer, esa noche les pertenecía, ya habría tiempo para el sueño, en otro momento, ahora era tiempo de disfrutar de esa mágica e intensa sensación. No sabían si en el futuro podrían volver a estar juntos o el destino les deparaba otra cosa. Pero el presente era suyo, e iban a aprovecharlo al máximo de cada segundo. Disfrutar de cada segundo que pasaban juntos, disfrutar de cada segundo de un placer tan intenso, que no parecía de este mundo, con toda la fogosidad de la que fuesen capaces.

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