lunes, 6 de mayo de 2013

Dormido






Sé quien es, si, lo conozco, conozco a aquel chaval, el que vive en aquel viejo edificio de las baldosas naranjas, traté con él durante largo tiempo, de modo que puedo afirmar sin temor a errar, que se como piensa, al menos un poco y que imagino como pueda estar sintiéndose. Lo sé porque me lo encuentro a veces, y el tono de su voz, y la expresión de su mirada, me transmite todo lo que debo saber.

Sé que le gusta estar dormido últimamente, que la realidad cotidiana es demasiado fría e inhóspita para el, estos tiempos son demasiado crueles con las almas con sensibilidad, y por eso, cuando le veo andar, camina distraidamente, en un estado de semisueño, siempre con el sopor a cuestas.

No siempre fue así, pero la vida, según la vas viviendo, te va cargando con el peso de su equipaje, y a él, le pesa a veces demasiado, queriendo soltar lastre, sin poder hacerlo. El sueño, y los sueños, son su vía de escape, el reino orínico es al que realmente siente que pertenece, entregándose a él siempre que le es posible.

Siempre soñando, despierto y dormido, caminando por el aire, entre las nubes, por el día, mientras se dedica a sus quehaceres como en trance. Por la noche surcando otros mundos más propicios que este, en los que comparte tierra y vida con otros como él. El sueño es su hogar y su refugio en un mundo hostil como en el de hoy en día. A veces, le envidio y quisiera acompañarle, pues allí, en los mundos del inconsciente, parece haber encontrado su lugar, y quizá haber encontrado la felicidad.

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