viernes, 30 de noviembre de 2012

Rufo






Cuando Rufo vino al mundo, aún  no sabía que nuestras vidas se conectarían, de haberlo sabido, dejaría que todo fluyera igual, pues no lo quisiera de otro modo.

Se suponía que iba a ser un perro pequeñísimo, pues sus padres son dos caniches toy, enanísimos, pero él, creció hasta alcanzar un tamaño algo mayor, aunque eso son detalles menores. Es suave y mimoso, y si te le quedas mirando durante mucho rato, estas perdido,  se hace contigo, es un pequeño y peludo embaucador.

Es un perrillo de gran inteligencia que me ha acompañado durante 14 años, y ahí continúa, tan fresco, o casi, si tenemos en cuenta que las patas traseras le dan algún problemilla, además de faltarle un par de dientes, como resultado de un pequeño choque de intereses con la cocker de mi hermano, un poco cascarrabias ella. Siempre ofreciéndonos su desinteresada compañía, y su graciosa curiosidad, además de ofrecer un recibimiento digno de las superestrellas de Hollywood cuando regreso a casa.  El sabe, quizá por una especie de reloj interno, los horarios de todo, cuando se sale y se entra, cuando se come, etc, e incluso me mira a los pies para inspeccionar el tipo de calzado que llevo, lo que le da pistas para deducir si el también se viene o no. A veces parece que sepa lo que estoy pensando, y a veces parece hablar directo a tu mente, entendiéndonos a la perfección. Es una apreciada presencia que llega al punto de que si no está, parece que falta alguien en casa, pues se ha convertido en un compañero imprescindible en el diario caminar por la vida.

Ahora en su madurez, tan sólo hay que cuidarle un poquito más, tal y como sin duda alguna el haría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario