Vivimos en un estado, que se encuentra en muy mal estado, y como no, los ciudadanos de a pie somos los que pagamos las consecuencias. Vivimos en un estado subterráneo, que se va convirtiendo en un mero armazón de lo que debiera ser, puesto que las élites económicas, esa casta financiera, y empresarial, la va carcomiendo por dentro.
Día a día cotidiano infernal, son muchos los obstáculos en el trayecto, como frías y afiladas cuchillas que se abren paso en nuestras carnes, hasta que alcancen el corazón y terminemos de reventar tras la larga agonía del despido libre, desahucios, criminalización de la protesta, y ardientes lluvias de hostias a quien rechiste.
Nutriéndonos de precariedad, con gran desinterés y odio por la política, como si de ese modo no nos afectara, como si no tuviéramos nada que ver. Rechazo al asociacionismo y sindicalismo, tildándolos de ladrones, mientras se venera a los criminales que montan narcoprostíbulos en Madrid con dinero público.
Los pobres esclavizados para producir los bienes de los que los ricos gozan, sus caprichos inmediatos y gratuitos. Cadenaperpetuismo y próximas ejecuciones públicas. Telebasura y fútbol como alimento intelectual, para engordar la alienación, ese es el mierdoso estado de este subterráneo estado.
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