martes, 27 de noviembre de 2012

Desesperada huída








Ella corre... De vez en cuando mira hacia atrás fugazmente, para ver a que distancia se encuentra su perseguidor, que trota tras ella más pesadamente que ella, por toda la parafernalia con la que carga.

Ella no sabe en que momento se torció todo, esa noche tan sólo quería hacer oír su voz como otros muchos que acudieron, quería frenar las injusticias que imperaban en la sociedad, y durante un momento, todo parecía ir bien, hasta que la situación estalló en mil pedazos, y sólo hubo gritos, sangre, terror, y violencia.

Ella vio que sus compañeros se dispersaban, y también vio lo que les hacían a algunos de ellos, que al recordarlo, le hacía brotar las lágrimas de sus ojos, juntándose con el sudor que le empezaba a salir de la frenética huida, en la que ya hacía unos minutos que se encontraba inmersa.

Ella sigue corriendo adentrándose por oscuras calles, sin saber a donde va, tan sólo quiere escapar de la bestia humana que le persigue, le empiezan a arder los pulmones de la carrera, pero sabe que detenerse será su perdición, aun percibe que va tras ella con sádica determinación.

Ella siempre creyó en la justicia, pero ahora sabe que la justicia ha sido secuestrada por una inhumana burocracia, que en un instante, la convirtió en una proscrita a la que había que destruir por todos los medios.

Ella sigue llorando desesperada, sin parar de correr, corre sin pausa, porque sabe que si se para, la bestia uniformada que quiere cazarla, la someterá a todo tipo de violencias, y vejaciones, amparado por el aparato del estado, para arrojarla a un infecto agujero, incomunicada del mundo.

Ella se preguntaba, sin abandonar su desesperada carrera, en que momento el mundo, pasó a convertirse en el patio de recreo de unos pocos seres sin escrúpulos, desalojando a la gente de sus vidas, despojándolos de ellos mismos, y enviándoles a patrullas policiales al servicio del poder para acallarlos brutalmente, si se les ocurría protestar, como ella bien sabía, como estaba experimentando en sus carnes.


Ella, como muchos otros, era el enemigo del poder, pues era culpable de tener conciencia, y por eso no puede dejar de correr esa noche, sabiendo que un día, quizá  pronto, serían los otros los que debieran correr por todo el sufrimiento que habían causado.

1 comentario:

  1. Me da miedo... Pero aun asi seguire ... quizas acabe corriendo como tu protagonista ... Pero las opciones que quedan son esas o permitir que nos dobleguen.
    Un saludo.

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