martes, 27 de noviembre de 2012

Sátiro (Ardor incontenible)






David tiene un problema. no es que sea un problema de tipo físico, como una deformidad o una cicatriz demasiado visible, ya que no es desagradable a la vista, rubio, de ojos azules, se nota su ascendencia alemana. El problema de David es algo más profundo.

No sabe muy bien como ni cuando comenzó, quizás en la adolescencia, o puede que más tarde, pero es consciente de que algo no anda bien, que ese algo le causa problemas a él mismo,y a otros, o más concretamente a otras.

Siente una pulsión sexual más fuerte que él mismo, tanto, que la falta de control le supuso el despido de su trabajo en la oficina, en un departamento de administración de una gran empresa del sector inmobiliario. Sabe que su adicción, o lo que sea que le sucede, le está hundiendo, pero se ve incapaz de ponerle algún remedio, siente que se ahoga en un mar de ardor sexual.

Por las noches, en los bares de copas de la ciudad serpentea sediento de orgasmos con diversas mujeres, para, después de saciado, sentirse sucio, y después, vuelta a empezar, vuelve el ansia. Lo único que sabe que puede refrenarlo un poco es el alcohol, que embota ese ansía, la anestesia, de modo que algunas veces puede mantenerla a raya, pero a costa de caer borracho casi hasta la inconsciencia, aunque últimamente parece poco eficaz, pues en muchas ocasiones se calienta aún más.

En realidad, el es una víctima más, al igual que las mujeres a las que aborda y utiliza para intentar saciar el ansia que le aguijonea casi a cada momento. Una sensación de abrumadora soledad le inunda en intensas oleadas, soledad que ni la pornografía ni las mujeres de paso consiguen mitigar, no es capaz de sentir otra cosa que no sea deseo carnal, ni es capaz de tener una relación estable.

Si tan sólo pudiera encontrar otro modo de canalizar sus impulsos... Algo que le estabilizase, algo que fuese más allá del aquí te pillo, aquí te mato, que se ha convertido en su modus operandi, tan inmediato, tan poco perdurable...

Pero quizás sea demasiado tarde, quizá el ardor sea demasiado fuerte para poder combatirlo, quizá el ardor sea demasiado fuerte para poder luchar contra él, quizá no pueda mirar a las mujeres de otro modo que no sea como presas sexuales.

Es una condenada existencia en la que una y otra vez, no cesa de ceder ante sus instintos, a pesar de desear otro tipo de vida, David sabe que está perdido, y toma una decisión, si no puede refrenar sus instintos, los utilizará para ponerles fin. Ha comenzado a frecuentar la estación del metro, observando a mujeres jóvenes y acechándolas, mientras se toca, y se asegura de que le vean haciéndolo, sabe que en la cárcel sus instintos no tendrán ocasión de soltarse, ese es su plan, hacerse encerrar, para no continuar con esa deprimente existencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario