martes, 2 de octubre de 2012

Sucede que...




Sucede que tu ibas a lo tuyo, a tu rollo, sin meterte absolutamente para nada el las cosas de los demás, ocupándote exclusivamente de tus propios asuntos, sin involucrarte en lo demás, y ahí vas, tirando y pasando el tiempo, tranquila y rutinariamente, sin importarte excesivamente las demás cosas.

Pero sucede también, y siempre  ni señales de alarma, ni previo aviso, que uno de esos días, tan parecido a los demás, te encuentras y conoces a alguien, alguien que es un poquito como tu mismo, lo que te llama la atención, por lo que, a diferencia de con otras personas, procuras mantener y cultivar el contacto con esa persona, la conoces un poco más, quizá al principio por curiosidad, o por... quien rayos sabe realmente por que? La cuestión es que comienza a ejercer cierta atracción sobre ti.

Y tras un periodo de tiempo así, en un segundo, sin haberlo previsto ni intuido, surge, experimentas algo que no acertarías a describir con palabras.Vavoom! una explosión dentro de ti, y tu, como en una permanente primavera, con tu removido interior, a flor de piel, y a plena vista, el cuerpo colmado de un millón de nuevas sensaciones al mismo tiempo, y tu mente, viajando en diez mil direcciones a la vez, a la velocidad de la luz. No era algo que tuvieras planeado, ni mucho menos,pero de todos modos, te zambulles en ello por completo.

Notas como los impulsos largo tiempo reprimidos, y quizás algo olvidados, no habían desaparecido, tan solo estaban aletargados, siguen ahí, y han despertado en toda su plenitud, los abrazos que jamás diste, luchan por salir, los besos escondidos, pugnan por salir con toda intensidad. Besos incontrolados que amenazan con devorarte, con un ansia que amenaza con consumirte si no les das la libertad que ansían y se les permite salir al exterior, y todo ello, todas estas cosas se te disparan en un instante.

Es entonces, cuando adquieres verdadera comprensión de todo lo que te rodea, es en ese estado cuando eres consciente de todo tu entorno, con toda la belleza de los detalles. Comprendes también que has caído, ya no hay nada que puedas hacer por evitarlo, ni tan siquiera amortiguarlo, estás inmerso en ello, y no hay vuelta atrás, pero te encanta la sensación, sabes que el riesgo merece realmente la pena, así que te lanzas. Y mientras casi inadvertidamente, se va dibujando una sonrisa en tu rostro, comprendes el porqué se ha desencadenado todo, que ya no solamente importas tu, ahora libras tus batallas por alguien más. Sabes que es por ella, sabes que es especial.

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