martes, 14 de agosto de 2012

A callar!






Si, según algunos, estamos más guapos calladitos. Para algunos solamente podemos ser espectadores sin derecho a participación alguna, para no contravenir sus intereses de poder o monetarios, y nos lanzan a sus pistoleros y correveidiles para intentar taparnos la boca. No podemos opinar, solo obedecer, y caminar por los caminos que ellos nos marquen, agachando las orejas. Cuando no es así, cuando ven que sus preciosos intereses están en entredicho, jalean a sus esbirros, y comienzan una campaña de linchamiento para silenciar a quien alce su voz, esbirros pagados a los que se les unen la inefable legión del lumpenproletariado, esa gente que carece de conciencia de la clase a la que pertenecen y son manipulados por intereses ajenos a ellos mismos, en un acto de suprema inconsciencia.

Les gustaría que todos fuésemos como sus fieles defensores, ese sector proletario que se niega, contra su propia naturaleza básica, a asumir su rol social, por lo que son utilizados y despreciados por los opacos intereses que con tanto ahinco defienden, convirtiendose en víctimas propiciatorias, perpetuando su situación sin obtener nada relevante, además. Quisieran que todos, al igual que ellos, tuviésemos nulo criterio, desprovistos de toda capacidad de pensamiento crítico, y que en nuestra ciega ignorancia nuestro mayor objetivo fuese complacer a nuestros amos. Que consumiésemos todos sin tino, a su antojo, y que nos deslomemos sin pausa para mayor beneficio suyo, y les dedicáramos una blanda sonrisa de sometimiento, como hacen algunos voluntariamente, en un demente ejercicio de esclavitud vocacional. La estrategia de desinformación  y desunión ya no les resulta tan sencilla, pues por muchos medios que manejen, hay cosas que escapan a su control, pues hay voces que no podrán silenciar, ni ellos, ni sus acólitos, ni la la horda del lumpenproletariado, tan excesivamente cruel con los suyos, y tan diligente y sumisa para con ellos.


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