lunes, 23 de febrero de 2015

Periodismo reptante





Todos los años se reúne en una jornada la asociación de periodistas europeos, patrocinados por Coca cola. En la jornada del año pasado se habló con preocupación por el periodismo ciudadano, algo que contradice las líneas editoriales que sus amos les dictan, sin poder salirse de ellos. Trolls los llamaron. Hay que tener un par de cojonazos para decir eso mientras te reúnes en el hotel Ritz de Madrid, como ellos hicieron. Aún más considerando quien es su patrocinador, una empresa especialista en ocultar verdades y airear mentiras.

La objetividad periosística en una trola como la panza de Arias Cañete. Que Coca cola patrocine estas jornadas para hacer piña contra lo que ellos llaman trolls, es algo que rechina, mucho, y ya sólo se lo deben creer sus parientes más cercanos.

Lo que sucede es que algunos periodistas creen ver sus frágiles egos y aún más frágil credibilidad peligrar ante lo que ellos llaman trolls, pero que es un fenómeno real llamado periodismo ciudadano, que aborda temas en los que por intereses diversos, los supuestamente profesionales no difunden o distorsionan. Desde hace un tiempo existen unas herramientas de comunicación al alcance de todos y que puede contrariar los argumentos e intereses que los dueños de algunos medios han orquestado.

Pero ese fenómeno del periodismo ciudadano no es algo nuevo, no se originó en ésta era digital, comenzó mucho antes. Surgió en los albores del a veces añorado y siempre vertiginoso siglo XX, con el movimiento Muckracker, en los que escritores, profesionales y ciudadanos aireaban lo que la prensa oficial callaba. O el periodismo Gonzo, que Hunter Thompson creo a finales de los 60, siendo el reportero parte integrante del mosaico de personas y hechos que relataba, sin incurrir en la falsa pose de la objetividad. Objetividad tras la que ahora se esconden los traficantes de información a menudo adulterada, y en este caso amparados bajo el patrocinio de la sindicalicida Coca cola.

Objetividad, parapeto  de mentiras y medias verdades en la que los mediocres se amparan, mientras que el espíritu del periodismo como servicio, el verdadero, es sustentado por los no profesionales, sabiendo que un título universitario no te confiere inteligencia, ni talento y habilidad para el oficio, para cualquier oficio. El periodismo no se mantiene con vida ejerciendo de escribiente al dictado de  los caciques propietarios de los medios, se hace a pie de calle, experimentando los hechos, y no mirándolos como un espectador ajeno a la humanidad, dejando de lado la impersonal asepsia que no beneficia a casi nadie.

Se echan de menos publicaciones de valor, con claros lenguajes como vehículos de expresión, a diferencia del infantiloide lenguaje de la prensa diaria que a menudo padecemos, especialmente en esta pequeña Asturias. Aquí echamos de menos un periódico que no tenga una clara línea nacionalcatólica, además de ser un altavoz de proxenetas ( Casi los únicos anuncios por palabras de una de las publicaciones, comprobadlo)

Estamos huérfanos de prensa, de prensa de verdad, independiente. Se nos fue lo bueno (La Voz de Asturias) y nos quedan los residuos, a menudo incluso tóxicos, en los que algunos días en lugar de parecer impresos en tinta, parecen impresos en mierda.


1 comentario:

  1. Cuanta razón tienes! Los periodistas se perdieron, igual que muchos, en las dictaduras de las grandes empresas :(
    PD. Me gustó mucho la foto !

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