jueves, 11 de septiembre de 2014

Ebullicion humana







Hay veces en las que se entra en ebullición como el agua, y aunque no les gusten las armas, uno se lanza a imaginar que está en pleno Far West, metido en el Ok corral, dispuesto a liarse a tiros.

Hasta el más presuntamente racional de nosotros tenemos un energúmeno dentro, la diferencia es la frecuencia con la que se le deja salir a pasear. Más de una vez nos hemos visto tentados de emprenderla a bofetadas con alguno de nuestros semejantes, o en su defecto recurrir al improperio.

Hay cosas, situaciones, y personas que son simplemente irritantes, característica a la que no se puede sustraer ni el más sabio de todos nosotros. Y no tiene nada que ver con la bondad o la maldad, para que alguien te toque las pelotas no necesariamente tiene que ser un malvado como de película, tan sólo hace falta que tenga un comportamiento desesperante para uno mismo.

Por más que se tenga, en ocasiones la paciencia se te va, se escapa del cuerpo y se larga un rato a la estratosfera, a veces no hay manera de evitar crisparse, mirar con los ojos como rayos láser intentando desintegrar con la vista al objetivo de nuestro cabreo, y articular varias palabras malsonantes enlazadas, altas y claras.

No es que seamos especialmente bordes, es que como humanos, no dejamos de ser una especie animal más al fin y al cabo, y de vez en cuando tenemos que sacudirnos la capa de civilización, gruñir un poco, enseñar los dientes y sacar nuestra parte más primitiva. No es malo si nos limitamos a eso, a gruñir un poco, pero ojo, tampoco lo llevemos demasiado lejos, que las trifulcas son fáciles de organizar, pero difíciles de extinguir.

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