sábado, 1 de diciembre de 2012

Diciembre, y sus cosas








Pues si, llegó diciembre, el tramo final de este nefasto año, y viene con un frío mas intenso de lo que recuerdo de años anteriores. Ya estamos todos armados de paraguas y la mayoría de la gente ya anda husmeando por las grandes cadenas comerciales, aguijoneados por la publicidad.

También es el mes en el que dicen que los mayas predijeron el fin del mundo, lo que, de ser verdad, a algunos nos ahorrarían exasperantes reunioncitas familiares de pesadilla, con motivo de la monserga esta de la navidad, que no es otra cosa que un filón para las grandes firmas comerciales, que aunque no se hinchen a vender como en otras campañas navideñas. Lo malo es que al igual que las bochornosas predicciones de los ridículos testigos de jehová, esta va a ser un fiasco también, y a los que no nos entusiasman estas fechas no nos quedará otra cosa que aguantarnos, esperando hacernos con el próximo 2013, porque acordemonos de los que, aterrorizados proclamaban el fin de todo, con el efecto 2000, y no pasó nada, fue un contratiempo tan nimio, que todos aquellos que propagaban la alarma social, quedaron en evidencia, y lo único que se terminó, fue su credibilidad.

Pero al menos, con esa publicitada predicción, tendremos un gran pretexto para darles la espalda, y también un gran y sonoro corte de mangas, a las jodidas navidades, fiesta catolicoide donde las haya, cosa que a la que soy ajeno por suerte, pues no estoy en esa secta. No creo que se acabe el mundo el 21 de diciembre, pero de todas formas, que mejor momento para poner en práctica lo que dijo Nietzsche: Dios ha muerto, todo está permitido, practiquemos pues el saqueo, pillaje a las grandes superficies, que les sobra de lo que expolian,  y desenfreno en general para todos. Y que el jolgorio no se detenga.

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