viernes, 23 de noviembre de 2012

Posesión gripal






Estoy poseído. si, así es como están las cosas. Un virus ha tomado por asalto mi cuerpo, y me produce efectos la mar de curiosos, lo cual me resulta extraño, pues tan sólo me ocurre desde tiempos recientes, siempre había sido más o menos impermeable a las gripes, y resfriados, y en caso de contraerlas, era una relación tan fugaz, que casi se hacía imperceptible. Pero bueno, el tiempo no cesa en su caminar, aunque no queramos y los años se me van acumulando, después de los 35, una gripe puede tener su miga, al igual que una resaca, motivo por el cual no me atrevo a soplar demasiado, sería una tortura para mi pobre organismo.

Pues eso, que en eso estamos, una tarde esta muy bien, echando un café con amigos, y por la noche, sin previo aviso, me sobrevino, un pequeño mareo aquí, una subida de temperatura allá, y con la nariz sobreproduciendo su material, con la consabida satisfacción de los fabricantes de pañuelos de papel, y el primer día, pase, pero, no puedo dejar de salir a la calle, y condicionar mi vida por que un pequeño virus se introduzca en mi cuerpo, de modo que le contraataco con un cocktail de metralla farmaceutica: Aspirina, un Frenadol, e Ibuprofeno efervescente para darle contundencia, y que el bicho se entretenga y se retuerza un poco mientras estoy por ahí.

No se si alguna vez he salido en un estado similar, posiblemente,pero ahora no la recuerdo. Una experiencia que sólo puedo calificar de lisérgica. Es como caminar por multitud de dimensiones al mismo tiempo, con el paso que te permiten unas piernas que a ratos parecen hacerse intangibles, dando la impresión de colarte en el subsuelo, mientras, con los oídos taponados escuchas extraños ecos que parecieran gruñidos de la misma ciudad que chilla rabiosa, enfocándolo todo con un campo de visión un tanto distorsionado en parte por el lagrimeo que te produce la misma gripe, por lo que te ves como un espectro que asusta a la gente, con la nariz pelada de tanto sonarte, los ojos rojísimos, una barba de cuatro días, y un caótico deambular, que imagino que alguno, al pasar junto a mi, pensaría en llamar a los municipales. Pues no señores, es el frío, con el que vienen de la mano estas cosas. Aunque ya me imagino explicando la situación: No, agente, lo mío es un caso de gripe, no soy yonqui permanente, sólo me drogo con el permiso de la Seguridad Social, y las autoridades sanitarias.

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