El Blues de tu vivir

Voy vagando por las calles, mientras en mi cabeza resuena un viejo blues sin nombre, como una irónica banda sonora de mi trayectoria vital, pasada y presente, una canción sobre un jugador involuntario, forzado por las circunstancias que le envuelven a participar del juego de la vida, juego del que siempre pierde la partida, alguien de quien la diosa Fortuna siempre se esconde, para así no tener que ser depositaria de tristes miradas que susciten su compasión, y no verse impelida a intervenir.

Resulta que el protagonista, Mark, como decía, en un principio es forzado a experimentar situaciones de todo tipo, dolor, tensión, placer, todas las sensaciones amplificadas por el  hecho de no saber que sucederá al momento siguiente, situaciones y vivencias a las que se inicialmente se resiste a sentir, pero que con el correr del tiempo va aprendiendo a disfrutar, y va dándose cuenta de que su percepción va cambiando, pues cuando el creía perder, en realidad ganaba, pues participaba de la vida activamente, no manteniéndose al margen, bañándose e impregnándose de la misma vida, con sus claroscuros, que le daban impulso a su alma para seguir viviendo.

Y eso, ese viejo blues cuyo título no consigo recordar, y que podría ser de Robert Johnson, me da que pensar en como vivimos nosotros, la gente de la calle, o al menos la que yo conozco, que somos reticentes a mezclarnos con la vida, y solemos pasar de largo, como de puntillas, sin volcarnos en ella, cuando lo que debiéramos hacer es involucrarnos mucho más, mojarnos, y mezclarnos con la vida, que nos puede traer algún que otro momento de tensión, cierto, pero también puede hacernos descubrir sensaciones hasta ahora desconocidas que pueden sublimar nuestro alma. Pues todo, las luces, y las sombras, son parte de esa vida, que nos llama, para que la descubramos, dejemos esta gris subexistencia y nos volquemos realmente en ella sin cortapisas,  la vida nos llama a sumergirnos en ella sin paliativos.