jueves, 9 de agosto de 2012

Retrato del nacionalista español




Este texto, que aquí comparto al percibir que es un buen retrato de los especímenes aquí referidos, y que no es de mi autoría,  pues desconozco al autor o autores, y simplemente me he limitado a introducir pequeños cambios, para actualizar la información en lo posible,  refleja  una perspectiva de la que no pocos estamos de acuerdo , ya sea en parte o en su totalidad, por las cosas que vemos y experimentamos a diario, y ahora mucho más,  directamente  relacionadas con lo que a continuación se nos narra:



Los medios de comunicación, tertulias políticas y corrillos de cafetería suelen tener (en algunas zonas más que en otras) como tema de conversación estrella la “vida y obra” en fascículos de los nacionalismos catalán y vasco, enemigos de la patria y de la unidad de la “cosa”, alpiste del bueno para el desahogo matutino y vespertino de los traumas históricos del homínido “Epañó”. Conversaciones y diálogos en los que las visceras y los sentimientos más cavernícolas, paletos e inhumanos salen a la palestra, donde la anécdota se eleva a la generalidad, donde no solo se demonizan personas sino que se aprovecha para meter en el ajo ideas que, por no comprenderse desde una óptica egocéntrica, son deslegitimadas y denostadas sin ánimo de debate o conciliación. Surge, en cualquiera de estas conversaciones que todos hemos sufrido antes o después, esa casta machista, colonialista y fascista que muchos, en alguna medida, llevan dentro.


Creo que es hora de llamar las cosas por su nombre y creo que ha llegado el momento de centrarnos en el otro lado de la cuerda: el nacionalismo españolista de corte neofranquista. No es un movimiento minoritario, yo diría que creciente a pesar del paso del tiempo. Hablamos y me refiero al representante casto de la “España cañí”, cejijunto y cerrado, incapaz de ponerse en el lugar del otro, corto de miras y bajo de escrúpulos y cultura. Son los herederos del franquismo, la extrema derecha que hoy copa el  partido del gobierno  y que inunda desde colectivos de víctimas del terrorismo hasta organizaciones empresariales y/o sociales.


A modo de aclaración y para que no haya malentendidos he de decir que cualquier ciudadano, incluido servidor, puede compartir algunas características prototípicas (que voy a resumir a continuación) con estos trogloditas del siglo XXI (ciertas actitudes) así como muchas de éstas no son “exclusivas” de este colectivo tan peculiar. Es su “conjunto y suma” lo que determina el prototipo, no las partes. Que nadie que no englobe todas o casi todas de las características que nombro a continuación se de por aludido.  Los matices son diferentes. No es mi intención. Al tema.


¿Cómo reconocer a estos personajes? Muy sencillo:

- Suelen votar al Partido Popular, o a UPYD, aunque en algunas zonas geográficas podemos topar con votantes socialistas ocasionales de mucho cuidado. Con buen gusto votarían a Falange o mejor, no votarían porque prefieren la dictadura y añoran (directa o indirectamente) el régimen franquista, régimen que defienden tímidamente por ser políticamente incorrecto pero que, en definitiva, comparten en todos sus principios (incluído el genocidio si fuese necesario, como en el 36). Lo suelen resumir en un “antes no se vivía tan mal” pero si te ganas su confianza y les tiras de la lengua comenzará el baile con apologías varias que culminarán con el reconocimiento de que “Franco ha sido de lo más grande que ha parido España”.


- Católicos, apostólicos y romanos, pero solo de Iglesia para adentro. Una vez pisan la calle se convierten en personajes sin escrúpulos, empresarios estafadores, corruptos hasta morir, descorazonados sociales, terroristas domésticos y maleducados empedernidos. Serían capaces de pisarle la cabeza a su madre por poder o dinero aunque se santiguan todos los días y viajan a Roma todos los años con la parienta para ver al Papa. Salen en todas procesiones y fiestas tradicionales en primera linea con fervor y entusiasmo pero no por empujar al santo, no, lo hacen por la fiesta, el cachondeo y el roce, que es lo que a ellos les gusta aunque quieran parecer beatos cara a la galería.


- Conservadores a más no poder en su vida pública, presumen de valores rectos y trayectoria ejemplar, heredados de la educación franquista que recibieron por la gracia del Caudillo. Sin embargo si los sigues de cerca, puedes encontrartelos copando los mejores puticlubs de la zona y frecuentando al camello de turno con solera y estilo. Están en contra del aborto, pero si preñan a la “querida” son los primeros en renunciar a los valores cristianos para empujarla al infierno sin resquemor. Están en contra del divorcio, por eso mantienen a sus mujeres en un régimen totalitario encerradas en casa mientras ellos se dan la vida padre. Excusan, ocultan y se niegan a comentar los abusos de curas pederastas o la opulencia del Vaticano. Maestros en el discurso de “la violaron porque iba provocando” ó “es que las mujeres son muy putas” tienen una consideración hacia el sexo opuesto similar a la que demuestra su admirada jerarquía eclesiástica. Se enorgullecen a menudo de que a “las mujeres hay que tratarlas con mano dura”. No han evolucionado.


- Son “fans” del uso de la fuerza, de la violencia. Tienen erecciones con solo mentar la palabra “guerra” y la invasión de Irak les pareció una magnífica iniciativa que defienden a capa y espada porque si “no actuamos, llegan hasta aquí y nos invaden”. Admiran a personajes como Bush aunque tengan el cerebro más pequeño que un cacahuete. Los gobernantes ideales deben tener mala leche, sobre todo mucha mala leche y ser dictatoriales en las formas; buscan caudillos, no presidentes. Raudos te afirman con la mirada emocionada que por su nación “mañana mismo cogían el fusil y lo que haga falta”. Suelen tener un temperamento violento (no tiene por qué llegar a las manos) por eso son viscerales o por momentos insultones. Su ánimo belicoso choca con sus prácticas religiosas pero esta disonancia cognitiva no parece siquiera rozarles la moral. Justifican la violencia, en mayor o menor medida, hacia sus mujeres, hijos o parientes. La violencia es en definitiva una filosofía de su vida.


- No tienen término medio, son blancos o negros. Incapaces de ponerse en el lugar del otro aplican el “ande yo caliente, ríase la gente” con mucha soltura. Una de sus frases favoritas podría bien ser “que les den por culo a los pobres” (visto y oído). O que “cada uno tiene lo que se merece” o que “le pasa por ser un vago, pues que trabaje”. “Los ecologistas son unos radicales muertos de hambre, la sostenibilidad es un concepto propio de mariquitas envidiosos que no quieren que hagamos campos de golf y nos llenemos los bolsillos”, etc. O estás con ellos o contra ellos. Lo suyo es lo mejor, lo de los demás es una mierda. Además son envidiosos a rabiar y materialistas a más no poder.


- Racistas, xenófobos y homófobos, además haciendo alarde de ello con todo el orgullo del mundo. Eso a pesar de que algunos de ellos en el cuarto oscuro comen tanta carne como pescado. Maestros de la doble moral y la doble vara de medir. Machistas a más no poder, pierden las formas en cuanto ven una falda aunque la parienta vaya de la mano. Groseros a más no poder creen que con el dinero se puede comprar todo. Prepotentes hasta empalagar y más falsos que un billete de 30 euros, no hacen lo que predican, ni predican lo que hacen. Son tramposos y no tienen escrúpulos. La ley del más fuerte es la que impera para ellos.


- Vestuario cañí, rancio y absolutista, camisa abierta y cruz de Cristo en oro (cuando más grande mejor) en los mayores, camisa de Tommy (comprada en el mercado negro) y gomina por un tubo para los más jóvenes, con evidentes aires de superioridad. Les gusta avasallar a los demás con el dinero, “todos invitados” en su expresión favorita aunque haga falta pasarse una semana pasando hambre en su casa. Buscan aparentar para esconder sus miserias morales y sus negocios encubiertos. Típico el llevar un Mercedes antiguo o un coche enorme que exhiba su poderío. Todo lo piden por posesiones, “yo tengo mejor coche, mejor casa, más dinero que tú, etc”.


- Monotemas: “los catalanes nos roban, los vascos son proterroristas y Zapatero fue un traidor”. Tema extra, la inmigración: “los moros y los negros su multiplican como gallinas, nos comen”, para concluir que sobran y que dan asco. Sin embargo puedes visitar las obras de estos caciques (muchos se metieron al ladrillo) y verás como sus riquezas son levantadas por estos mismos moros y pendejos que tanto molestan cuando te los cruzas por la calle pero que da gusto verlos trabajar 14 horas al día por cuatro duros para pagarte el Mercedes y el chalet en La Manga.


- Incapaces de admirar la pluralidad política, social y cultural del Estado, que consideran amenazante y peligrosa. Siempre culpando de los males ajenos a los vecinos catalanes, a las comunidades que votan “rojo” y a los gobiernos que nos envían plagas y sequías. Autocrítica cero y corrupción la que haga falta. “El catalán es un dialecto, una mierda que hay que erradicar; los vascos al paredón y a la cárcel”, y así una serie de tópicos que suenan disparatados pero que dicen totalmente convencidos. Son intolerantes a más no poder.


- Defendores de la “mano dura”, exijen más disciplina en las escuelas y culpan de todo al sistema, pero en casa no se implican en la educación de sus hijos, que malcrían con caprichos y desatienden emocionalmente (cuando no los maltratan con sus reglas). Esa mano dura sin embargo no trasciende a la hora de pagar religiosamente a Hacienda, ni para pedir que se persiga a los corruptos (que suelen defender hasta la muerte) ni para solucionar las injusticias sociales que no les afectan. La rectitud y la disciplina para los demás, para ellos mano ancha. Son el colmo de la hipocresía.


- No se puede dialogar con ellos sin terminar discutiendo, llevándose los temas a la esfera personal o acabando a puñetazos, porque su falta de preparación y su corta cultura general (sumado a su elevado estado visceral) les lleva a insultar a las primeras de cambio ante la falta de argumentos de indole racional. Las palabras malsonantes reinan en su vocabulario y no están acostumbrados a que nadie les haga cara. Pueden ser muy ofensivos y bastante desagradables. No son humildes pero esperan que los demás lo sean.


- Nula prepación acádemica, cultural y social. Observadores selectivos que solo escuchan La Cope, ven  Intereconomía y leen El Mundo y el ABC (se quedan en los titulares porque leer es aburrido y no da dinero). Los demás, los que no piensan como ellos, son antiespañoles, proterroristas, separatistas, “progres”, perroflautas, etc. Ponen etiquetas como “Pedro por su casa” y se quedan tan panchos diagnósticando a la gente con su complejo de superioridad (en realidad de “inferioridad”). Faciles en el tópico y cortos de mente, se atreven con todo, hablan de economía, física o matemática si hace falta aunque digan el disparate más absoluto.


- Mentirosos compulsivos, auténticos maestros de la calumnia y la falsedad, se inventan noticias para rebatirte si hace falta  y cuando se les pilla en la falacia te salen por peteneras con frases tajantes fuera de la realidad “Aznar ha sido el mejor presidente  y no hay más que hablar” (visto y oído). Incapaces de razonar, ni de darte una décima de razón. Ceder o negociar son conceptos que no entran en su estilo de vida porque se consideran debilidades poco honrosas. Lo verdaderamente épico para ellos es conquistar y convencer por la fuerza.


Una característica final es contradictoria. Son nacionalistas españoles, pero no creen en España. No al menos cuando gobiernan otros. Confían tan poco en los españoles que consideran que deben existir guardianes morales que mantengan el statu quo, ya sea vía Iglesia Católica ya sea vía fundaciones de marcado carácter neoliberal y conservador como FAES. Agitan con tanta fuerza la bandera constitucional como la franquista y escupen sobre la Ikurriña mientras exclaman angustiados que dos chavales en Girona han quemado la foto del rey. Son los reyes de la crispación a todos los niveles, elevan el tono, la voz y el discurso, pero si el “rival” hace lo mismo lo lapidan tachándolo de “radical”. Si ellos insultan es “libertad de expresión”, si lo hacen los demás es “delito” y “coacción”.


Están deseando que el país se hunda, que la economía explote, que haya paro, que haya pobreza, se alegran de los problemas que puedan padecer vascos y catalanes (léase infraestructuras) . Son capaces de predicar justo lo contrario de lo que practicaron hace no mucho sin ruborizarse lo más mínimo. Serían capaces de pactar con el mismo diablo con tal de gobernar, y de hablar catalán, vasco o hindú en la intimidad si fuese necesario para ello. Solo les importa el negocio, el chancullo y el euro. Lo demás es todo una cortina de humo que han fabricado para seguir engañando a los inocentes que les creen y admiran. Por eso saben que la propaganda es un tesoro preciado que cuidan y utilizan con determinación.


Son catastrofistas, alarmistas y agoreros. Se nutren de infundar miedo en la población y para ello enfrentran sin escrúpulos a unas comunidades contra otras si lo consideran necesario: España es un medio, no un fin, aunque son los primeros en cantar el himno mano al pecho, la convivencia entre españoles les trae al pairo. Mientras tanto en sus territorios aplastan lo público, privatizan las prestaciones sociales y desarrollan políticas neoliberales y especuladoras contra el interés general en connivencia con el poder político y empresarial. Pero son capaces de, al mismo tiempo, hablar de lo mal que lo pasa la gente con las hipotecas, como si a ellos alguna vez le hubiese importado lo que pasa en casa del currito. Cambian de disfraz con una facilidad que asusta y son capaces de llegar hasta el final para conseguir sus objetivos caiga quien caiga.


Empecemos a llamar a las cosas por su nombre: nacionalistas españoles de corte neofranquista.. Porque son éstos los que amenazan nuestra convivencia, son los nacionalistas españolistas los que impiden que consensuemos una modelo de convivencia en el que podamos andar juntos respetando la pluralidad del Estado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario