viernes, 24 de julio de 2015

Locos






El loco, le llamaban, por ser distinto. A su mujer también, por tener como el una personalidad a la que no le asustaba el pensar muy diferente, sin importar lo que otros dijeran o hicieran. Que cuchichearan si les apetecía, temerosos ante lo diferente.

Guillermo y Susana, músicos de jazz, bajista y cantante, vivían como les salía del higo, desinhibidos y sin grandes planes. Vivían en una continua y emocionante jam session, lo que a sus lenguaraces vecinos les parecía poco menos que un imperdonable sacrilegio. No les entendían ni a ellos ni a su particular forma de vivir. No lo entendían y temían salirse de su rutina diaria, así como de la gente que se salía de ella. Reaccionaban con recelo, y un poco de inquina...

Por eso las historias que circulaban acerca de Guillermo y Susana en el vecindario, que si celebraban orgías, que si trabajaban en el crimen organizado y vendían drogas, que si se habían conocido en el manicomio... La sencilla verdad fuera de esas historias inventadas no era otra que ellos eran felices en sus vidas y como pareja fuera de lo que se consideraba normal, algo que sus vecinos no concebían y lo que les descolocaba cada vez más, por mucho que trataran de meterlos en cintura a base de bulos y malas caras cuando se encontraban en el portal. Susana y Guillermo preferían vivir así como vivían, ser los locos del edificio, no entrarían nunca en lo que sus vecinos consideraban algo normal, porque como ellos decían, la normalidad no existía realmente, sólo era un mito. Y si existiera, cuales serían los parámetros para medirla?

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