miércoles, 12 de febrero de 2014

Reto: ¡Yo escribo! 6- Muestrario


Invisible world, by Sasha Montiljo





Bueno, el reto de Eleazar alcanza un nuevo nivel, cada vez más alto. Este sexto paso requiere de construir un relato a partir de esta bella obra de  Montiljo 

A ver como me sale el intento, voy a improvisar, para no variar. Espero no estrellarme, allá vamos:



Miraba por la ventana, otra vez, en busca de un paisaje que no podía ver, si es que había alguno tras los numerosos edificios que lo abarcaban todo, lo ocupaban todo.

Mas de una vez, Germán había subido hasta las oficinas de los últimos pisos del edificio en el que trabajaba, para que su vista intentara alcanzar lo que el horizonte de la ciudad se empeñaba en negarle. Sólo conseguía ver vallas publicitarias, y un océano de acero y cristal. Bajaba al tercero, en donde compartía un pequeño estudio de diseño con otros socios,  frustrado por no haber podido ver lo que su alma le demandaba, algún atisbo de que el mundo que le rodeaba era mas que oficinas, coches, y polución.

No decía a nadie que todos lo días tenía el mismo sueño, que volvía al pueblo en el que había nacido, se cobijaba bajo el árbol en el que siendo niño se columpiaba, y al que se subía para ver los atardeceres, compartiendo ese espacio  en el sueño con muchos otros, que como él habían abandonado los entornos rurales, en busca de una mejor posición profesional, que allí no podría tener,en esos tiempos, años atrás.

No quería que la nostalgia le ahogase, y necesitaba oxigenar su vida. Había decidido comunicarle a sus socios, que iba a trasladar su residencia allí, en el pueblo, en un plazo breve, lo que no impedía que siguiera con su trabajo allí. Tan sólo precisaba de un portátil y un móvil, en la actualidad, aquello era fácil de solucionar. Su labor en la agencia continuaría, y sus sueños de nostalgia se materializarían en la realidad, volvería al pueblo, que era parte de si mismo, sus ojos se reencontrarían con aquel viejo columpio, bajo el enorme árbol, y volvería a poder contemplar los atardeceres, como en sus soñados ayeres. Unos sueños que salvaban su alma.


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