sábado, 14 de diciembre de 2013

La guerra de los libros







Una interminable guerra, en la que llevo toda la vida enfrascado, una lucha que aún continúa, tras infinitas batallas, perdidas y ganadas.

Desde siempre, he luchado por mi derecho al autoaprendizaje y al de la expansión de mi propia percepción, cosas que siempre me han proporcionado los libros, esos objetos que en mi entorno más cercano, siempre han sido vistos con recelo, como si fuesen criaturas mitológicas de las que hay que mantenerse alejado.

Mi entorno familiar, mi primer campo de batalla, no comprenden el valor que los libros contienen, y en lugar de acercarse y reconciliarse con ellos introduciéndose entre sus páginas, los persiguen para neutralizar sus efectos, destinándolos a un frío confinamiento, aislados, en el que languideceden sin poder ejercer sus enriquecedores efectos.

En lugar de eso, y como muchos otros en esta sociedad, prefieren recrearse en la nada, atontándose con la telebasura y con la rumorología mas burda, creyendo en cualquier despropósito, por gilipollesco que sea.

Sin dejar de batirme en ese frente, decidí expandir esta guerra de los libros, o guerra por la cultura, hacerla extensiva a todo aquel territorio en el que me encontrase, intentando exponer a todo aquel que pueda al beneficioso efecto de la cultura, para mi encarnada en los libros. Es una ardua y larga lucha en un país con gran déficit cultural, en el que se dice cultura a la tortura y ejecución pública de animales, y en el que se llama artistas a simples cocineros.

Es complicado batallar así, pero yo, y otros, ni siquiera podemos imaginar el renunciar a algo que es parte integrante de nosotros mismos. No podemos renunciar a exponer a las personas a la cultura, la de verdad, no la sucedánea que impera ahora mismo. Es realmente urgente y esencial, porque en un país embrutecido, la gente necesita culturizarse, algunos incluso alfabetizarse. Algo de una importancia extrema, el que se de continuidad, y que se amplifique toda labor cultural de calidad, y que se promueva el hábito y la afición por la lectura, algo tan necesario como el comer, pues es el alimento de la mente, lo que nos permite ser algo más que mano de obra sin mente, cabezas de ganado humano,lo que nos hace racionales y libres.

La lucha continúa. No nos vamos a rendir, venceremos!

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