lunes, 19 de agosto de 2013

Prisionero






En su celda-habitación, sentado en el camastro, ejercita la memoria, recordando el día en que llegó, como unos tres meses atrás, cuando le pillaron a traición, por la espalda, con un táser que le dejó fuera de combate. No tuvo ni la más mínima ocasión para huir, o tratar de ocultarse. Se había confiado demasiado. Debió haber previsto algo así, pero no creía posible semejante encerrona. No había supuesto que le estarían esperando para interceptarle.

Ahora, debía encontrarse en alguna instalación, que con toda probabilidad no figuraría en ningún registro oficial, ubicado en algún rincón de Europa. Una especie de Guantánamo ultrasecreto destinado a hacer desaparecer y silenciar a personas como el. Puede que se precipitara al salir en los medios declarando que tenía abundante información sobre los abusos de poder, y otras atrocidades, del gobierno y de empresas asociadas. Si, ahora se da cuenta de que filtrar la información era el primer paso que tenía que haber dado, una vez hecho eso, hubiera sido mucho más difícil para ellos ocultarlo todo. Ahora le habían encerrado y tirarían la llave.

Levantó la vista hacia las transparentes paredes que formaban su prisión, consistente en una cama, y un pequeño baño, todo a la vista de sus captores. Un lugar donde todos sus movimientos estarían siendo monitorizados. Hacían patrullas de cadencia aleatoria para observarle de cerca, y las luces de vigilancia automatizadas le eran bastante molestas.

Aunque apenas lo habían interrogado, en una sala blanca, estaba seguro de que habrían revuelto todos los lugares que sabían que frecuentaba en busca de la información que decía poseer, para así impedir su divulgación, y enterrarla donde nadie pudiera verla, como habían hecho con el. Pero no la encontrarían, porque la había dejado en manos de otra persona, una persona a la que no podrían encontrar y encerrar, como le habían hecho a él, una persona que se encargaría de revelar toda la verdad cuando llegara el momento. Y a esa persona, no la podrían tocar. Si hubiera hecho copias y hubieran encontrado alguna, ya no estaría vivo, le habrían ejecutado.

Cuando todo saliera a la luz, ya no podrían hacer daño a nadie mas, pues iban a caer, y no podrían recuperarse. Se iba a hacer justicia muy pronto. De todos aquellos criminales que se guarecían en las sombras del poder, muy pronto el mundo entero sabría de sus nombres, y sus abyectas actividades. Eso era lo que hacía que no se derrumbara, lo que le conservaba entero. Pronto vería los resultados de sus desvelos, y se acabaría ese encierro, ese secuestro al que le tenían sometido.

4 comentarios:

  1. Esta claro que siempre tienes que estar preparado, alerta y con tus armas al alcance ... boli , catana.. y si esto falla un plan B.
    Consejos de guerrera.

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  2. La peor prisión es esa a la que haces referencia en el punto más álgido de tu escrito: "...las transparentes paredes que formaban su prisión". Muy orwelliano, hoy, Javi. Muy bueno!!!

    Un beso!

    Fer

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  3. Muy bueno!! Menos mal que no lo someten a tortura!! si sigues con la historia avisame por +!! Aun asi ya me he suscrito!! Te sigo!

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  4. Woe, me ha encantado, es metafórico pero se entiende exactamente el mensaje. Un abrazo.

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