sábado, 23 de marzo de 2013

Oh, dios, es semana santa





Semana santa. Otra vez. Corran todos los seres racionales a sus refugios más cercanos que llega la oleada cristofascista de todos los años. Ganas dan de ciscarse hasta en dios...

Curiosas criaturas, los católicos, acríticos, y adoradores de la muerte y de lo tétrico, y si no visitad una iglesia y analizad lo que allí se ve, y además aceptan de buen grado el canibalismo, pues todos los domingos se almuerzan el cuerpo de Cristo, y se beben su sangre, casi nada, oye. Católicos cuyos mayores ídolos son, además de personajes de ficción, gente voluntariamente masacrada, torturada, y asesinada, que arremeten contra cualquiera que cuestione sus absurdas supersticiones, algo extraño, pues si bien soportan cualquier barbaridad que digan, o que haga, la jerarquía eclesiástica, que no son pocas, se ofenden por cualquier nimiedad exterior al catolicismo, sobre las que se lanzan con furia casi homicida, que le pregunten a más de una exposición artística.  De modo que sólo son tolerantes y mansos con el integrantes del clero, aceptando cualquier cosa que desde los púlpitos se les diga, aunque sea una soberana soplapollez, como suele ser casi siempre.

Y es que ese es el problema, de su fascinación por la muerte, todo lo que rezume vida es declarado como pecado automáticamente, para ellos debieramos estar todos fustigándonos, llorando sin parar, y esperar con ansia la muerte, para ir al...cielo? Extrana e ilógica idea, a saber que procesos mentales, o ausencia de los mismos, llevan a pensar semejante barbaridad.

Ahí tienen su semana en la además de apoderarse de las calles en exclusiva, unas calles que son públicas, se asiste al bochornoso espectáculo de ver a personas adultas disfrazándose para sacar a pasear a un muñeco de madera, madera apolillada, como sus creencias. Lo más lamentable es ver como lloran si llueve y no pueden salir, es algo alucinante, lloran por no poder salir a jugar con sus muñecos, lo que no lloran por lo que sucede en el mundo, que se está muriendo de pena, hambre, frío , dolor, y asco. Pero estamos hablando de una serie de personas, los ultracatólicos, que se dan golpes de pecho, cargando con los pesados monigotes esos, y hasta autolesionándose a latigazos, o lo que sus retorcidas mentes discurran, mientras dura la semana santa, mientras el resto del año, apuñalan con dagas envenenadas a la mínima oportunidad, ahí está el truco, en la teatralidad del yo más, yo soy el más devoto, lo que confunden con ser buena persona, característica de la que algunos están desprovistos. No entienden que hay buena gente porque sí, no por miedo a un ficticio castigo o infierno, eso no es convicción, es simple conveniencia. Quizá un rescoldo de conciencia explique el porqué ocultan sus identidades bajo una máscara o capucha.

Pues eso, que esta semana, toca aguantar, una vez más, una exhibicionista demostración de poder por parte del clero, y sus acólitos, en un intento de infundir cierto temor su poder de convocatoria. Lo único que consiguen es espectadores que lo ven como lo que es, un show anacrónico perteneciente a otros tiempos. Uno esperaría que por los 10.000 milllones de euros del erario público, se estuvieran calladitos y quietecitos, pero esta religión, como otras monoteístas, tiene tendencias colonialistas, en las que se persigue a quien no comparte sus supercherías y monsergas, y así van, tratando de dictar las normas a toda la sociedad, sociedad, que afortunadamente, en su mayoría, no les hace ni puto caso, una sociedad de la que se excluyen, intentando convertir una democracia, en su teocracia particular, y así van.

Yo por mi parte, haré lo que hizo Steve Rogers, estaré toda la semana en animación suspendida, hasta que esta payasada haya pasado.Que os aproveche el desfile de disfraces y monigotes de madera.


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