Eres un artista, un pensador, un escritor… ordenado o desordenado, madrugador o trasnochador, distraído o concentrado?
Recientemente se han conocido las “conclusiones” de
experimentos sobre la creatividad realizados por Universidades de Los Estados
Unidos. Las “conclusiones” no son originales: corroboran estudios pasados y
perpetúan mitos colectivos sobre la creatividad. En la siguiente nota, algunos
mitos y creadores como ejemplos:
El artista desordenado. Bacon podría ser el artista más desordenado de todos los
tiempos: en su estudio no cabe un alfiler y el camina sobre sus obras tiradas
por el suelo.
El desorden de Leonardo da Vinci tiene que ver con sus
intereses o inquietudes, a veces cambiantes de un día para otro. Coloca unos
papeles encima de otros, relegando algunos trabajos durante años. Esto explica
sus grandes proyectos, al igual que la poca materialización de los mismos.
Por su parte, Einstein se defiende ante quienes le acusan de
trabajar con desorden: “Si una mesa desordenada es síntoma de una mente
desordenada, entonces, ¿qué debemos pensar de un escritorio vacío?” No consta que la cita de Einstein sea auténtica, pero se ha
propagado gracias a las redes sociales. (¡Bonita excusa para no recoger el
cuarto!)
El artista infiel. Parece que el arte y la infidelidad van de la mano si
pensamos en Hemingway o Picasso. El prolífico Simenon dijo haber tenido 10.000
amantes; 1.200 según su mujer, en cualquier caso, ¿de dónde sacaba el tiempo
para escribir? ¿Y esto demuestra que los infieles son más creativos o que la
infidelidad obliga a inventar historias?
El artista trasnochador. “Las personas trasnochadoras son más creativas”, es un mal
titular de prensa. Confunde trabajar de noche con ir de discotecas. Proust o
Balzac preferían la noche para trabajar. No podían irse a dormir sin escribir
todo lo que habían pensado durante el día. Por su parte, Tesla aborrecía
dormir; consideraba el sueño como una pérdida de tiempo, y llegó a inventarse
un método de sueño “al estilo Leonardo”, para dormir justo lo necesario y poder
dedicarse a su trabajo.
Examinando las biografías de los genios mencionados
podríamos considerar que los mitos sobre la creatividad son ciertos. Y también
podríamos apoyarnos en la Universidad de Texas, que tras inspeccionar
quinientos despachos concluye que las mesas con restos de comida, papeles
amontonados y papeles revueltos pertenecían a trabajadores más creativos. Por
su parte, la Universidad de Minnesota sugiere que inventar nuevos usos para una
pelota de ping pong tiene resultados más creativos en ambientes desordenados
que ordenados.
“Los ambientes desordenados aparentemente inspiran una
ruptura con la tradición”, dicen los investigadores de Minnesota. Aunque podríamos pensar que la realidad es otra: “No soporto
ver esta mierda. Mejor me concentro en la pelotita de ping pong”.
En todo caso, los estudios o experimentos sobre la
creatividad apuntan que la creatividad depende más de comportamientos
socialmente rechazados que de comportamientos aceptados. (Está claro que una
madre no quiere que su hijo sea desordenado ni distraído, ni que su pareja sea
infiel).
Estos mitos son peligrosos, porque colocan a las personas en
las categorías de “creativo” y “no creativo”, algo que John Cleese rechaza.
Para el humorista y pensador inglés, la creatividad es cuestión de método.
Por otro lado, a menudo se omiten los nombres de creadores
cuyos comportamientos o hábitos son distintos a los mitos conocidos. Otra
ilustración improvisada para exponerlo:
La persona creativa (otros mitos)García Márquez, Steve Jobs o Asimov se van pronto a la cama
y se ponen a trabajar antes de que el gallo cante. De esta manera consideran
que aprovechan las horas sin interrupciones de los menos madrugadores.
El artista ordenado.Woody Allen necesita orden para trabajar; piensa que si una
cosa está fuera de lugar, el día puede ir mal. (En este caso, el orden forma
parte de las manías de Allen, más que de sus hábitos). Igualmente sencillo es
el despacho de Murakami, otro madrugador, que considera que seguir una rutina
es una manera de ponerse en trance para escribir. Por su parte, el retorcido
Neil Gayman trabaja en una habitación desnuda y tiene sobre la mesa las tres o
cuatro cosas que necesita para el trabajo que lleva entre mano
El artista concentrado. Podrías hacer una orgía en mi oficina y yo no miraría.
Bueno, quizá una vez, dijo Asimov sobre su capacidad de concentración.
Mientras que da Vinci emprende un estudio o una obra y se
distrae y comienza otra, Asimov emprende una obra y no la abandona hasta que se
bloquea; entonces retoma otra con igual concentración, para acabar volviendo a
la primera.
De alguna manera, ambas formas de trabajar se parecen. Las
distracciones del genio italiano no tienen que ver con “abandonar”, si no con
“aventurarse por otro camino”.
Hemingway contaba a los periodistas que lo entrevistaban
cómo le costó adquirir el hábito de la concentración, cosa que consideraba
necesaria para acabar los cuentos y las novelas en su escueto escritorio.
El artista y el sexo. Tesla, da Vinci y Newton rechazaban a las admiradoras.
Algunos biógrafos de Newton apuntan que el genio murió virgen (por otra parte,
bastante distraído). Con estos ejemplos, podríamos pensar que el sexo y la
investigación casan mal. Sin embargo, el artista o el escritor, como vemos arriba, sí
parece que necesita el sexo para crear.
Por supuesto, todo es cuestionable. Lo que sí es cierto es que LA PASIÓN es lo común en estos
artistas, escritores y científicos. La pasión por su trabajo o su arte: no se conforman
con lo que conocen y quieren abrir nuevos caminos. La conclusión es que de día
o de noche, con una mesa ordenada o desordenada (como te sientas más cómodo),
distraído o concentrado… Si quieres crear, “mantente hambriento”, como dijo
Steve Jobs.
Muy curioso y una buena escusa para mi aparente desorden.. y para otros comportamientos!!
ResponderEliminarEs muy interesante tu propuesta... Qué ingeniosa!!!
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