lunes, 9 de diciembre de 2013

Enajenación navideña





Otro año, más, la histeria colectiva de la navidad, una especie de enajenación buenista, que tan sólo es una máscara que intenta solapar las ansias mercantilistas de las corporaciones, incitando por todos los medios a los lilas a comprar y comprar, cosas innecesarias. Una pulsión que sirve de vía de escape a la mayoría. Comprar, para sentirse bien consigo mismo, para intentar alcanzar la felicidad que no pueden, ya que no esta aún a la venta.

Todos como posesos corriendo a poner feísimos adornos navideños, un árbol que lo llena todo de púas que va soltando, tierra de la maceta, y mierda en general que luego hay que limpiar durante días. Calles que se llenan de gente, de familias con sonrisas forzadísimas, como la del Joker de Nicholson, mientras se cruzan iracundas miradas acumuladas por todas las cabronadas recibidas y efectuadas el resto del año. Centros comerciales rebosantes de incautos que se dejan embaucar por vendedores sin escrúpulos, y que desde el día siguiente se arrepienten de la estúpida compra que han hecho.

La gran mentira de todos los años, está servida, ya pueden verse por ahí las horteras lucecitas, los hipócritas villancicos, y la estupidez generalizada de sentirse la persona más benévola del mundo en estas fechas, aunque se sea un auténtico hijo de puta el resto del año. Bienvenidos a la navidad, comprad descerebradamente, y fingid no ser unos bastardos desalmados, para mayor gloria y beneficio del Corte Inglés y su calaña.

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