viernes, 20 de septiembre de 2013

Restauranting





Restauranting, el nuevo deporte de riesgo de los entornos urbanos. Y no solamente por las lindezas que se han visto en pantalla presentados por Gordon Ramsay y Alberto Chicote. Hay que entrar en uno y arriesgarse a sentarse y pedir para saber a que me refiero. Entonces, sentado a la mesa, ante un plato cuyo contenido ofende los sentidos, uno deja de pensar que esos chefs exageran, y deseas que vengan los dos, con objetos contundentes, a ajustarles las cuentas a quienes perpetran esa agresión al gusto.

Recuerdo una vez, no hace mucho tiempo, en un restaurante de la población en la que resido, que me aventuré a internarme en uno de esos locales en los que todo el atractivo descansa en la fachada exterior. En su favor diré que el servicio es ágil y dinámico. Para comenzar, nos ofrecieron un vino de la casa, que sólo lo parecía en la botella, una vez ingerido, era tan abrasivo al paladar, que podría utilizarse como desatascador de tuberías. El menú que siguió a continuación se componía de una sopa de marisco, que en realidad era un plato de agua coloreada, y plagado de cascarones de crustáceos, posiblemente con la esperanza de que si resucitaban, se sentirían como en casa. Esa fue una de las ocasiones en las que me alegré de mi intolerancia al marisco y derivados.

Lo siguiente que vino, fue un sucedáneo de cordero, que, a diferencia de lo que decía en la carta, estaba cocido, en lugar de asado, y flotando alegremente en una laguna de aceite y grasa. Y como remate final, una porción de tarta como postre, con una cucharilla que rebosaba suciedad, cucharilla que en lugar de haberse metido en un lugar adecuado, parecían habérsela metido en.... Ya os podéis imaginar.

Ahora entiendo el porqué del vino corrosivo, su utilidad era atrofiar el paladar para poder meterse en el cuerpo esa serie de platos tan... Selectos. Aunque no es el peor al que fui a parar. Recuerdo una vez, en un local a pocos metros de allí, un puré-sopa de arroz, y una ensalada viviente que eran de película de terror, pero prefiero no revivir el trauma, y correr un tupido velo sobre aquella funesta velada.

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