Las palabras podían ser vendidas pero nunca compradas, por más absurdo que parezca, y en Suecia se condena a quien compra prostitución, a quien la vende (es decir, al hombre, generalmente, que va y le dice a una mujer, ¿Cuánto?, no a la prostituta). Yo creo que ambos ejemplos podrían o deberían aplicarse a la literatura. El criminal es el que paga al escritor fantasma y firma el libro, no el pobre hombre que luego de quemarse los ojos para aprender el oficio de escritor tiene que trabajar por 1 euro la hora (o 100, me da igual) para una persona que está engañando a todo el mundo. Es decir, el escritor fantasma debería poder cobrar el adelanto y luego estar en su derecho de denunciar a la persona que ha demandado el servicio. Es que me parece despreciable y aberrante que una persona pague para decir que ha escrito un libro.
Julio Cortázar
Es muy habitual ver en entrevistas y reportajes a diversas figuras del mundo editorial y audiovisual gimotear contra la piratería. Una muy intensa campaña, pero también muy selectiva, concentrando el fuego de sus disparos en los usuarios, para ellos únicos culpables de la crisis de la cultura.
Pues no, todos los que alguna vez hemos descargado algún contenido tenemos nuestra parte de responsabilidad en todo este embrollo, pero ni remotamente eso es lo que ha generado la debacle en la cultura, la misma industria tiene muchas más papeletas en eso, que tiene la costumbre de autosabotearse y echar mierda al público. Un ejemplo, en pocos cines de Asturias, por no decir ninguno, proyectaron la película On the road, pero todos perdieron el culo para si hacerlo con The amazing Spider man. Eso que quiere decir? Que suprimieron una película de gran calidad narrativa, aunque a algunos les pueda parecer aburrida, y proyectaron una sucesión de sinsentidos efectistas y sin ningún interés. Ese es el criterio, sobrecarga de películas anodidas de hostias y explosiones, cuando no de arrumacos garrapiñados. Pero no iba a eso precisamente.
A lo que si iba, es al tema de la piratería, a esos figurones que tanto se quejan de los usuarios, no se les ha oído nunca bramar contra la otra piratería, la de la industria, que recluta escritores fantasma, o negros, como tradicionalmente se les conoce, para canciones, libros, guiones, blogs, webs, y todo tipo de plataformas. De esa clase de piratería no lloriquean. Y resulta que es tan perjudicial como contra la que tanto dicen luchar, no permitiendo a nuevos y capacitados creadores el figurar como los autores legítimos que son. Se aprovechan de la necesidad de un medio de vida y se les entierra para que su nombre no vea la luz. Eso es piratería, eso es robar sencillamente. Quien se sirve de un ghost writer para que le escriba una obra y poner su firma, por mucho que se le haya contratado para ello, está robando la obra que pertenece a otro y con ello perjudica al medio al que pertenece, que no permite emerger nuevos nombres y talentos que pueden aportar mucho al multiverso de los contenidos. Esas prácticas matan la cultura, aunque los autoproclamados justicieros contra la piratería no digan ni media palabra al respecto.
Es verdad, el asunto del escritor fantasma ya se ha debatido. Por más que quieran justificarlo, no es correcto. Que su trabajo sea bueno o malo pero realmente suyo, no sacado de alguien más así.
ResponderEliminarTienes razón, el abuso de la industria nunca para :/
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