lunes, 30 de julio de 2012

Vecinos





Ay, los vecinos, en todas partes los hay, ya vivas en casa o en piso, con sus peculiaridades tan entrañables. Peculiaridades por las que los abrazarías, hasta que el color de sus caras tornasen en violeta. Y es que los vecinos son los seres que mejor salpimentan nuestra cotidianeidad.

No se como será la vida en poblaciones rurales, en las que suele verse unas casas separadas de otras, pero  en un  entorno urbano como en el que resido, en un edificio que comienza a juntar varios años, es inevitable el interactuar con ellos, los vecinos, que queramos o no mutuamente nos vemos afectados por los quehaceres diarios.

Sin llegar a niveles delirantes como 13 rue del percebe, o la serie de tv esa tan famosa, que trata sobre una comunidad de vecinos, estos seres siempre se hacen notar con pequeñas cosas, por si sólas casi imperceptibles, pero que se acumulan, y a veces llegan a resultar molestas, como el olor a cebolla que siempre parece invadirlo todo, día y noche, o los conciertos de guitarra violín y piano a cualquier hora, ademas de otros ruidos menos agradables, o la tendencia a tundirnos a derramas comunitarias para uso y disfrute de un sólo propietario, no es de recibo pagar la instalacion de un caro aparato para discapacitados, y negarse a entregar una llave, exceptuando al presidente y al benificiario, aduciendo que podríamos usarlo para subir la compra, de modo que pienso en hacer lo mismo, proponer una derrama comunitaria para hacerme con un mac, que son muy caros.


Para resumir, esta gente, que se pasa la vida montando guardía en la mirilla, que te interroga en el ascensor, que te revisa el correo, que habla a gritos, que taladra por las noches y te llena los pasillos de las zonas comunes de muebles viejos, ademas de tomar las más estúpidas decisiones en las reuniones de vecinos, belicosas como pocas, además, es la gente con la que compartes edificio, por lo que a fuerza del tiempo, o del roce, te acostumbras a ver a diário y a tratarles,ineludiblemente forma parte integrante de nuestras vidas cotidianas forzosamente, de esas cosas inevitables de la vida, que a veces, aún por error, resulta de cierta utilidad. Incluso podría servir para amenizar una conversación, como fuente de anécdotas.


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