lunes, 7 de abril de 2014

La sombra no encuentra su lugar







La más tóxica existencia que se pueda imaginar, o no imaginar. Contaminada existencia en la que nada acaba de florecer, y todo se queda a medias.

Triste vida solitaria en la que el amor es un recuerdo de otras vidas, como si se hubiese extinguido tras una larga agonía. Ahora no vivía, tan sólo existía. Era una existencia incompleta como máximo. Como un cuerpo que no sabe que no está vivo y que no era completamente de verdad. La inercia era lo que le hacía seguir caminando y corriendo tras lo que nunca encontraba.

Desprovista de toda ilusión, solo la desesperación le aguijoneaba para que no parase. La sombra humana sin entidad propia. Una sombra que había perdido a su anfitrión humano sin darse cuenta y no sabía como recuperarlo.

La sombra pensaba que su anfitrión humano había colocado todas sus inseguridades, miedos, dolores, y pesares en ella, y luego se había desprendido de ella con todo lo que contenía, alejándose de ella. La sombra estaba segura de que así había sucedido, pues tras toda una vida acompañándolo, lo conocía.

La sombra tenía sentimientos encontrados. Por una parte se alegraba de que su anfitrión se despojase de la negatividad y abrazase una vida más plena y feliz. Pero le necesitaba, le echaba de menos.

Ese era el motivo que le empujaba a buscarle incesantemente. De día y de noche, pues sin el, nunca dormía. Aún sin saber como ni por donde buscar exactamente, no dejaba de hacerlo en todas partes y a todas horas. Buscando desesperadamente para volver a sentir que era mas que una sombra abandonada, que era parte de alguien, de algo. Ese era el motivo por el cual nunca cesaba de moverse, de buscarle, sentirse completa de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario