domingo, 23 de marzo de 2014
Secuestro catarral
Ya me creía que a estas alturas del año, con Abril a punto de entrar por la puerta, me iba a librar, pero de eso nada. Los días de traidor frío repentino tras el breve lapso de engañoso sol de este mes, allanaron el camino para dejarme en manos del resfriado, una vez más.
Es un secuestro interno y reincidente en el que ese molesto ente, el ladino resfriado se apodera de mis capacidades físicas y mentales. Las retuerce, las distorsiona, produciendo falta de fuerzas. dolor de cabeza, visión nublada y ese incordiante moqueo que no cesa, como un grifo estropeado que no para de gotear, con el consiguiente uso, y en ocasiones abuso de los socorridos pañuelos de papel que ten bien conozco ya, normales, perfumados, mentolados, de colores, recurriendo a papel higiénico o rollos de cocina cuando no hay pañuelos. Cualquier día, utilizare el periódico, dándole así un uso más útil que el de leerlo.
Así van pasando estos días, con el caminar vacilante típico de ese estado. Unos brazos que me pesan como rocas, y unas piernas de humo, que apenas noto si me sostienen o voy flotando. Los ojos ardiendo como si echara rayos láser por ellos, la nariz hecha un verdadero pimiento, de padrón diría yo. La nariz es lo que más y mejor percibo, hastiada ya la pobre de tanto gotear y sonarse. Medio mareado, para resumir, con el cuerpo en estado gaseoso, y con el bolígrafo en la mano pesándome como si sujetara un espadón medieval. Todo eso mientras creo oír una risilla malévola del cabroncete del resfriado dentro de mi.
No ha pedido rescate ni ha impuesto condición alguna, por lo que temo que quiera acampar en mi por una temporada, así que le intento joder la diversión atacándole con aspirinas y paracetamol. Drogándome con la complicidad de la seguridad social con la intención de que se largue en busca de otra víctima a la que secuestrar, con la que se divierta más. Esperando además que el ambiente que le es tan propicio cambie, que se acaben ya las puñeteras jornadas de lluvia, granizo, y frío, y vengan cálidos y soleados días de verdad. Días de verano en los que no podrá encontrar víctimas a las que asaltar. Mientras viene el buen tiempo, sólo espero que el paracetamol no remolonee y haga su trabajo pronto, liberándome de este secuestro interno. Y que el malandrín del resfriado no se encabrite, y se transforme, como si fuera el increíble Hulk, en una gripe hecha y derecha.
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