viernes, 14 de febrero de 2014
Tiempo de cerezas
Cuando vuelva el tiempo de las cerezas
el ruiseñor alegre y los mirlos burlones
estén todos de fiesta,
las muchachas tendrán pasión en sus cabezas
y los enamorados, sol en el corazón.
Cuando vuelva el tiempo de las cerezas
silbarán mejor los mirlos burlones.
Pero es muy corto el tiempo de las cerezas,
cuando las parejas entre ensueños
van a cortar pendientes para sus orejas.
Cerezas de amor con sus trajes iguales
que ruedan bajo las hojas como gotas de sangre
Pero es muy corto el tiempo de las cerezas,
pendientes de coral que se cortan soñando.
Cuando estéis en el tiempo de las cerezas,
si acaso teméis las penas de amor,
evitad a las hermosas mujeres.
Yo, que no le temo a las penas crueles,
no viviré ya un día sin sufrir…
Cuando estéis en el tiempo de las cerezas
vosotros también tendréis penas de amor.
Por siempre amaré el tiempo de las cerezas.
De aquel tiempo guardo en el corazón
una herida abierta .
Y aunque se me ofreciera la diosa Fortuna,
jamás podría calmar mi dolor.
Por siempre amaré el tiempo de las cerezas,
y el recuerdo que guardo en el corazón.
Jean-Baptiste Clement
Las editoriales son unas fascinantes empresas. No es extraño que siga su actividad a través de las redes sociales, algo que hago habitualmente no porque quiera intentar ver mis divagaciones publicadas, lo que sería impensable. Me gusta porque ofrecen vida impresa en páginas, mientras yo satisfago mi curiosidad a distancia, como un espectador lejano, sin contacto directo.
Sin embargo, hay una en particular, con la que el contacto directo resultó ser una dulce experiencia.
Ocurrió como suelen ocurrir este tipo de cosas, sin el más leve atisbo de premeditación. En una feria del libro en la que yo andaba absorto, deambulando entre expositores, buscando tesoros inencontrables en cualquier otro lugar. En cierto momento, reparé en un stand que jamás había visto, y me apresté, cargado de curiosidad, a visitarlo.
Una vez que me acerqué allí, algo me impedía despegarme, y todo lo que abarcaba la vista ante mi, me era sumamente agradable. La editorial Tiempo de cerezas consiguió absorberme totalmente. El responsable del stand era librero de larga trayectoria, y uno de los editores, con quien charlé durante algo más de dos horas, tras lo que me fui, pero no con las manos vacías, pues no pude resistirme a adquirir varios ejemplares, concretamente dos libros de poesía: Perro pulgas, y Espacios compartidos, y una novela, Nada es lo que parece, cuya primera lectura, y posteriores relecturas, me llevaron a un nuevo nivel.
Los libros de las grandes editoriales están cuidados al detalle, toda su confección es muy esmerada, pero sólo se ocupan de titánicas cifras de ventas, con lo que en consecuencia, a menudo, muchos de sus productos exhalan una impersonal gelidez. Las obras de Tiempo de cerezas, en cambio, no. Todo su catálogo irradia calidez, está dirigida a la gente común, a la que vive sencillamente su día a día, pero si un abandonar jamás sus sueños. Las palabras impresas en esos libros, acarician el interior del lector, con belleza cruda.
Es una editorial poco común, que si bien no tienen maneras de superventas, lo que si posee, es un alma y un propósito, el amor por esos mismos libros que con cariño crean, una profunda motivación que bien podría servir de ejemplo a muchas otras casas del sector.
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