Ayer por la noche, en uno de esos momentos de inconsciencia, de los que suelen abundar en mi, me aventuré a encender la televisión, y me encontré con que estaban emitiendo algún capitulo de la segunda temporada de The walking dead, una serie que en su primera temporada seguí con cierta atención, movido por la curiosidad, pero que he ido perdiendo la pista.
Y es que hoy en día parece estar de moda los zombies, en el cine, la televisión, el comic, los videojuegos, etc, lo que me deja estupefacto, pues si bien vi los capítulos de la primera temporada de dicha serie, los zombies son algo que no solo no es de mi interés, sino que me resulta incluso desagradable. Quizá es que soy demasiado aprensivo, pero no me hace mucha gracia ver a muertos andantes, comiendo cachos de otra gente y animales, y otras casquerías.
Y es que hay otras series que prefiero ver antes que esa, con muchos menos litros de sangre por secuencia, series con tanto o más ingenio que la anteriormente citada, series como Californication, con las desventuras de un escritor que no ejerce, y se ahoga en alcohol y sexo, El Mentalista, ese simpático sinvergüenza que estudia a la gente, la extinta House, que nos mostraba que no todos los médicos televisivos eran ositos de peluche con bata blanca, o Sherlock que revitaliza el personaje y su entorno con su cuidadoso tratamiento, pero la serie de la BBC, no ese engendro llamado Elementary, que es tan sólo un quiero y no puedo. Series que pueden gustar más o menos, pero que tienen ciertos parámetros de calidad. Porque para zombies ya tenemos a los espectadores de la aberrante serie Aida, que para disfrutarla es necesario hacer off al cerebro previamente. Esos, entre otros, si que son los zombies cotidianos. Aunque tan solo es mi subjetiva opinión.
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