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sábado, 5 de septiembre de 2015

Agente de Shield






1963

A Nick Fury las cosas le iban bien. Le habían ascendido al rango de coronel recientemente. Al parecer, su labor en la CIA era apreciada en las altas esferas del gobierno. Además de eso poseía un céntrico apartamento ya casi pagado por completo. No tenía problemas de liquidez, ni ningún otro problema, todos los enemigos que se había labrado en su trayectoria estaban incapacitados o desaparecidos.

Lo malo en opinión de Nick, es que le faltaba algo. La CIA le tenía haciendo trabajos de despacho desde hacía casi un año, y eso era algo que le sacaba de quicio. Echaba de menos entrar en acción, como en aquellos primeros años de la Agencia, o en los días de la segunda guerra mundial, cuando era un indisciplinado sargento al frente de los Comandos Aulladores, un pelotón de guerrilla que machacaba cabezas nazis por donde quiera que las encontrara. Nick echaba de menos todo aquello. Donde estarían ahora aquellos hombres junto a los que había luchado y reído? El enorme pelirrojo bigotudo Dugan, Gabe Jones, y muchos otros...

La nostalgia de tiempos mejores, y el ansia de hacer algo mejor que lo que estaba haciendo ahora le podía, esa mañana no se podía concentrar en el maldito papeleo, por muy confidencial que fuese. Se levantó de la mesa y entró en el baño. En el espejo vio a un hombre aún fuerte y joven. Sólo tenía 42 años y aparentaba muchos menos a pesar de su castaño pelo revuelto y despeinado, a su semana sin afeitar, y al parche de su ojo izquierdo, que le daba un toque exótico. Era demasiado pronto para que le condenaran a chupatintas permanente. Lo de su ojo jodido no contaba, había demostrado a la compañía que su ojo casi inútil cubierto por el parche no le impedía estar a la vanguardia, que era su lugar natural.

Echó un vistazo a la ventana, en la calle, ese era su lugar. Se había codeado en ocasiones con los mejores, el Capitán América en la guerra, los Cuatro Fantásticos el año pasado... Estaba a la altura de cualquier misión, lo que no podían decir los otros agentes, no podía acabar así sus días.

Salió del edificio sin molestarse en coger la chaqueta, con la corbata floja y la camisa remangada, metiéndose en el primer bar que encontró. Estaba hasta los cojones de mover papeles, secretos o no, encadenado a una mesa. No tenía vocación de oficinista. Con una copa en la mano, pensaba en como se estaba desperdiciando su talento natural monitorizando actividades de supergenios de la ciencia como Hank Pym, Bruce Banner, o Reed Richards, y redactando informes sobre avistamientos extraños como hombres gigantes en New York, furiosos monstruos verdes en el desierto, dioses nórdicos en suelo americano, o armaduras volantes al servicio de ciertos industriales. Iba a acabar quemado y aplastado por la burocracia, cuando haciendo las cosas que de verdad sabía hacer podría ser más útil al mundo. Volver a mirar al peligro a la cara, correr hacia el, y follárselo si era preciso, eso quería Nick.

Tras un par de copas y un habano de contrabando, volvió a su oficina, dispuesto a terminar su agenda de tareas del día, las despacharía pronto para irse a casa a sacudirse un par de tragos más para olvidar la mierda de trabajo que tenía que hacer últimamente.

Al volver se encontró con algo que no esperaba. En su despacho le aguardaba el mismísimo director de la CIA, lo que disparó una alerta en su mente. Posiblemente una nueva bronca.

-Director Monroe, que sucede?

-Nuevas órdenes, Fury, deje lo que sea que esté haciendo. Nueva prioridad absoluta.

-¿Que prioridad absoluta?

-No se me ha informado. Sobre la mesa tiene instrucciones específicas que vienen de la Casa Blanca. Eso es todo.

Monroe acobó lo que tenía que decir y salió del despacho como una sombra, dejando a Nick alarmada, sin saber realmente que era lo que pasaba, aunque no le disgustaba que tanta quietud y rutina se hicieran pedazos. Abrió el sobre con el sello del Despacho Oval:

REUNION CON EL PRESIDENTE DE INDUSTRIAS STARK EN SU DESPACHO. 14:00 H.

Escueto , misterioso. Quemó el papel y el sobre en el cenicero como indicaba el protocolo, y revolvió las cenizas para que no quedase nada mínimanente identificable. Las 13:04 seún su reloj. Cogió la chaqueta y salió de su despacho.

Arrancó un sedán negro del aparcamiento de la compañía preguntándose que coño querría Tony Stark esta vez. Sabía que Stark tenía influencias en el gobierno, mucho más allá de beneficiarse de contratos oficiales. Era uno de los más ricos del país, y mucho más que un fabricante de armas y municiones.

Con esta sería la segunda vez que se cruzarían sus caminos. Ya había cumplido una misión en la que estaba mezclado Stark. Una que iba a recordar siempre, por el parche en su ojo ya dañado en la guerra por una granada, y terminado de inutilizar por un disparo demasiado cercano en una misión para Stark. No fue lo único que perdió en aquella ocasión, también a su hermano, que descubrió que trabajaba para el otro bando y desde entonces se encontraba en paradero desconocido. La única familia que le quedaba había jurado matarle antes de desaparecer después de darse de hostias en los muelles. Una extraña misión que como ahora, meses atrás le había sacado de una aburrida rutina y que le produjo a pesar de lo perdido, una sensación de satisfacción. Sólo esperaba no perder el ojo sano que le quedaba si le encomendaban otra misión.

Al llegar a la sede de Industrias Stark, no le esperaba su supuesto anfitrión, si no un transporte aéreo para llevarle a un lugar desconocido. No protestó por aquello, le producía mucha curiosidad todo aquello. Tony Stark y su sentido del dramatismo, todo un personaje, siempre tan espectacular en todo lo que hacía.

Espectacular era poco para describir la visión del lugar de destino de su trayecto. El cielo. O más bien una fortaleza volante del tamaño de una pequeña ciudad. Parecía un portaeronaves que flotaba suavemente sin ser visto en la enormidad del cielo. Aterrizaron en el artefacto y una especie de soldado con un mono azul y un emblema que nunca había visto, le condujo a una sala plagada de pantallas y maquinaria. La insignia del soldado estaba en las paredes de aquel lugar volante. Un águila con los colores americanos, a Nick no le desagradaba nada como insignia. Una vez reconocido el lugar, Nick levantó la vista de su ojo y se dirigió al soldado que le escoltaba o vigilaba:

-¿Cuanto voy a estar aquí, en la versión de Stark del escondite, soldado?

-Coronel, soldado no, agente. Esto no es un juego. Tenemos que asegurarnos de que no hayan llegado otros a usted antes que nosotros. Se le examinará bioquímicamente con la tecnología de esta sala. Cuando suene una señal acústica pase a la otra sala por la siguiente puerta- Le señaló una puerta metálica a unos veinte metros.

-Vaya, os gustan los secretitos, ¿eh?

-Todo se aclarará cuando cruce la puerta, tras la señal acústica, coronel.

El agente se fue cerrando tras el. Hicieron esperar a Nick unos minutos más y una especie de timbre sonó. Atravesó la sala y abrió la puerta. Era una especie de biblioteca con mapas desplegados en las paredes. En un sillón Tony Stark le esperaba.

-Señor Stark, al fin nos encontramos.

-Coronel Fury, como jefe de sección de armas, le doy la bienvenida a Shield. Siéntese, por favor.

-Shield, ¿Qué coño es Shield?

-Este vehículo es Shield. Sistema Homologado de Inteligencia, Espionaje, Logística y Defensa. La más moderna y mejor agencia de contraespionaje de América y quizá del mundo.

-¿Y era realmente necesario alguien de la CIA para esto? ¿Por qué no el director Monroe?

-Porque usted ha sido escogido para dirigir ésta organización. Sólo usted puede darle la proyección internacional que pretendemos.

-Será una broma. Yo no pinto nada en este tinglado. Aunque sea coronel no he ejercido apenas como director de operaciones.

-No se subestime. Toda su vida le capacita para esto. Nos hemos informado a fondo de toda su trayectoria . Además en lo tocante a lo personal yo le avalo a raíz de su gran eficiencia en nuestro anterior encuentro.

Nick se tocó el parche. Así que se acordaba de aquello. Sacó un habano de la camisa y se lo puso en la boca .

-¿Le importa si fumo, Stark? Necesito asimilar todo esto echando humo.

-En absoluto, adelante.

-Necesito más detalles, comprenderá que tengo que saber algo más acerca de esto antes de decidir una respuesta...

-Bien, Fury. Esta organización necesita de su empuje, apenas tenemos un año de existencia y nos encontramos un poco... estancados.

-¿Con semejante tecnología que manejan y tienen problemas?

-Si, no se si la CIA lo sabe, pero la organización Hydra está empeñada en aniquilar Shield... y todo lo demás.

-¿Hydra, que o quienes son esos?

-Un grupo terrorista que parece enraizado en los años de la segunda guerra mundial y pretende un control totalitario de la sociedad. Ya han causado que Shield se haya quedado sin su primer director...

-¿Cómo fue?

- No puedo dar detalles, tan sólo diré que resultó muerto en acto de servicio pero completando su misión. Rick Stoner, era coronel, como usted...

-Si, le conocí... Muy apegado a protocolos, pero eficaz, y de lo más duro que América ha parido.

-Stoner fue el primero en recomendarle para este puesto, a pesar de sus diferencias y disputas en cuanto a métodos. Ahora mismo, Fury, soy el director eventual en funciones. Pero a quienj Shield necesita al frente es a usted, para que la enriquezca con su experiencia en combate. Su hoja de servicios y sus operaciones de inteligencia en Corea y Vietnam le hicieron coronel, y ahora el jefe de esta organización. Sólo responderá ante el Presidente y ante mi, no habrá más burocracia que esa.

Nick se mantuvo en silencio, lo que Stark le estaba ofreciendo era lo que más quería hacer, sin tener que revisar montañas de informes de vigilancia. Claro que podía perder la vida, como Stoner, pero eso era un factor que siempre estaba ahí y con el que contaba en todo momento. Y según Stark no sólo iba a dirigir las acciones de la organización, también participaría directamente. Una oportunidad que puede que a Nick no le surgiese nunca más en su vida. La de volver a la batalla participando de ella, y no sólo leyéndola en algún informe. La decisión era fácil de tomar.

-Stark... Ya tiene director, alguien tiene que aplastar a esa... Hydra. Podría ser yo mismo.

-Perfecto, Fury, en ese caso mi labor de dirección concluye aquí. Shield ya tiene líder. No se preocupe por su puesto en la CIA. Será transferido de inmediato sin molestia alguna por ello, yo me encargaré de ello.


Con el paso de los días, Nick no tardó en habituarse a su nuevo puesto. No tardó en localizar a sus antiguos conpañeros de armas, como Dum Dum Dugan, Eric Koenig, o Gabe Jones, que no se pensaron dos veces el ofrecimiento y aceptaron trabajar codo a codo con Nick como en los viejos buenos tiempos. Ellos eran el núcleo de sus oficiales, personas de confianza con los que las tareas parecían ser más fáciles. Con ellos, arrasaban en cada ataque a aquellos histéricos neofascistas de Hydra, que hasta el momento parecían operar en suelo americano demasiado cómodamente, pero que estaban empezando a aprender por las bravas que la Shield de Fury no iba a negociar nada y no se andaba con bromas. La tecnología de Stark, que iba más allá del aerotransporte que Nick comandaba, hacía casi un juego de niños llevar a buen término las misiones.

De esa forma, en su nueva etapa, todo comenzó de nuevo para Nick, desde aquella sala topográfica con Tony Stark. Una etapa como nuevo director de Shield, lo que cambiaría el rumbo de su propia vida y la de muchos otros.


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