1963
A Nick Fury las
cosas le iban bien. Le habían ascendido al rango de coronel
recientemente. Al parecer, su labor en la CIA era apreciada en las
altas esferas del gobierno. Además de eso poseía un céntrico
apartamento ya casi pagado por completo. No tenía problemas de
liquidez, ni ningún otro problema, todos los enemigos que se había
labrado en su trayectoria estaban incapacitados o desaparecidos.
Lo malo en opinión
de Nick, es que le faltaba algo. La CIA le tenía haciendo trabajos
de despacho desde hacía casi un año, y eso era algo que le sacaba
de quicio. Echaba de menos entrar en acción, como en aquellos
primeros años de la Agencia, o en los días de la segunda guerra
mundial, cuando era un indisciplinado sargento al frente de los
Comandos Aulladores, un pelotón de guerrilla que machacaba cabezas
nazis por donde quiera que las encontrara. Nick echaba de menos todo
aquello. Donde estarían ahora aquellos hombres junto a los que había
luchado y reído? El enorme pelirrojo bigotudo Dugan, Gabe Jones, y
muchos otros...
La nostalgia de
tiempos mejores, y el ansia de hacer algo mejor que lo que estaba
haciendo ahora le podía, esa mañana no se podía concentrar en el
maldito papeleo, por muy confidencial que fuese. Se levantó de la
mesa y entró en el baño. En el espejo vio a un hombre aún fuerte y
joven. Sólo tenía 42 años y aparentaba muchos menos a pesar de su
castaño pelo revuelto y despeinado, a su semana sin afeitar, y al
parche de su ojo izquierdo, que le daba un toque exótico. Era
demasiado pronto para que le condenaran a chupatintas permanente. Lo
de su ojo jodido no contaba, había demostrado a la compañía que su
ojo casi inútil cubierto por el parche no le impedía estar a la
vanguardia, que era su lugar natural.
Echó un vistazo a
la ventana, en la calle, ese era su lugar. Se había codeado en
ocasiones con los mejores, el Capitán América en la guerra, los
Cuatro Fantásticos el año pasado... Estaba a la altura de cualquier
misión, lo que no podían decir los otros agentes, no podía acabar
así sus días.
Salió del edificio
sin molestarse en coger la chaqueta, con la corbata floja y la camisa
remangada, metiéndose en el primer bar que encontró. Estaba hasta
los cojones de mover papeles, secretos o no, encadenado a una mesa.
No tenía vocación de oficinista. Con una copa en la mano, pensaba
en como se estaba desperdiciando su talento natural monitorizando
actividades de supergenios de la ciencia como Hank Pym, Bruce Banner,
o Reed Richards, y redactando informes sobre avistamientos extraños
como hombres gigantes en New York, furiosos monstruos verdes en el
desierto, dioses nórdicos en suelo americano, o armaduras volantes
al servicio de ciertos industriales. Iba a acabar quemado y aplastado
por la burocracia, cuando haciendo las cosas que de verdad sabía
hacer podría ser más útil al mundo. Volver a mirar al peligro a la
cara, correr hacia el, y follárselo si era preciso, eso quería
Nick.
Tras un par de copas
y un habano de contrabando, volvió a su oficina, dispuesto a
terminar su agenda de tareas del día, las despacharía pronto para
irse a casa a sacudirse un par de tragos más para olvidar la mierda
de trabajo que tenía que hacer últimamente.
Al volver se
encontró con algo que no esperaba. En su despacho le aguardaba el
mismísimo director de la CIA, lo que disparó una alerta en su
mente. Posiblemente una nueva bronca.
-Director Monroe,
que sucede?
-Nuevas órdenes,
Fury, deje lo que sea que esté haciendo. Nueva prioridad absoluta.
-¿Que prioridad
absoluta?
-No se me ha
informado. Sobre la mesa tiene instrucciones específicas que vienen
de la Casa Blanca. Eso es todo.
Monroe acobó lo que
tenía que decir y salió del despacho como una sombra, dejando a
Nick alarmada, sin saber realmente que era lo que pasaba, aunque no
le disgustaba que tanta quietud y rutina se hicieran pedazos. Abrió
el sobre con el sello del Despacho Oval:
REUNION CON EL
PRESIDENTE DE INDUSTRIAS STARK EN SU DESPACHO. 14:00 H.
Escueto ,
misterioso. Quemó el papel y el sobre en el cenicero como indicaba
el protocolo, y revolvió las cenizas para que no quedase nada
mínimanente identificable. Las 13:04 seún su reloj. Cogió la
chaqueta y salió de su despacho.
Arrancó un sedán
negro del aparcamiento de la compañía preguntándose que coño
querría Tony Stark esta vez. Sabía que Stark tenía influencias en
el gobierno, mucho más allá de beneficiarse de contratos oficiales.
Era uno de los más ricos del país, y mucho más que un fabricante
de armas y municiones.
Con esta sería la
segunda vez que se cruzarían sus caminos. Ya había cumplido una
misión en la que estaba mezclado Stark. Una que iba a recordar
siempre, por el parche en su ojo ya dañado en la guerra por una
granada, y terminado de inutilizar por un disparo demasiado cercano
en una misión para Stark. No fue lo único que perdió en aquella
ocasión, también a su hermano, que descubrió que trabajaba para el
otro bando y desde entonces se encontraba en paradero desconocido. La
única familia que le quedaba había jurado matarle antes de
desaparecer después de darse de hostias en los muelles. Una extraña
misión que como ahora, meses atrás le había sacado de una
aburrida rutina y que le produjo a pesar de lo perdido, una sensación
de satisfacción. Sólo esperaba no perder el ojo sano que le quedaba
si le encomendaban otra misión.
Al llegar a la sede
de Industrias Stark, no le esperaba su supuesto anfitrión, si no un
transporte aéreo para llevarle a un lugar desconocido. No protestó
por aquello, le producía mucha curiosidad todo aquello. Tony Stark y
su sentido del dramatismo, todo un personaje, siempre tan
espectacular en todo lo que hacía.
Espectacular era
poco para describir la visión del lugar de destino de su trayecto.
El cielo. O más bien una fortaleza volante del tamaño de una
pequeña ciudad. Parecía un portaeronaves que flotaba suavemente sin
ser visto en la enormidad del cielo. Aterrizaron en el artefacto y
una especie de soldado con un mono azul y un emblema que nunca había
visto, le condujo a una sala plagada de pantallas y maquinaria. La
insignia del soldado estaba en las paredes de aquel lugar volante. Un
águila con los colores americanos, a Nick no le desagradaba nada
como insignia. Una vez reconocido el lugar, Nick levantó la vista de
su ojo y se dirigió al soldado que le escoltaba o vigilaba:
-¿Cuanto voy a
estar aquí, en la versión de Stark del escondite, soldado?
-Coronel, soldado
no, agente. Esto no es un juego. Tenemos que asegurarnos de que no
hayan llegado otros a usted antes que nosotros. Se le examinará
bioquímicamente con la tecnología de esta sala. Cuando suene una
señal acústica pase a la otra sala por la siguiente puerta- Le
señaló una puerta metálica a unos veinte metros.
-Vaya, os gustan los
secretitos, ¿eh?
-Todo se aclarará
cuando cruce la puerta, tras la señal acústica, coronel.
El agente se fue
cerrando tras el. Hicieron esperar a Nick unos minutos más y una
especie de timbre sonó. Atravesó la sala y abrió la puerta. Era
una especie de biblioteca con mapas desplegados en las paredes. En un
sillón Tony Stark le esperaba.
-Señor Stark, al
fin nos encontramos.
-Coronel Fury, como
jefe de sección de armas, le doy la bienvenida a Shield. Siéntese,
por favor.
-Shield, ¿Qué coño
es Shield?
-Este vehículo es
Shield. Sistema Homologado de Inteligencia, Espionaje, Logística y
Defensa. La más moderna y mejor agencia de contraespionaje de
América y quizá del mundo.
-¿Y era realmente
necesario alguien de la CIA para esto? ¿Por qué no el director
Monroe?
-Porque usted ha
sido escogido para dirigir ésta organización. Sólo usted puede
darle la proyección internacional que pretendemos.
-Será una broma. Yo
no pinto nada en este tinglado. Aunque sea coronel no he ejercido
apenas como director de operaciones.
-No se subestime.
Toda su vida le capacita para esto. Nos hemos informado a fondo de
toda su trayectoria . Además en lo tocante a lo personal yo le avalo
a raíz de su gran eficiencia en nuestro anterior encuentro.
Nick se tocó el
parche. Así que se acordaba de aquello. Sacó un habano de la
camisa y se lo puso en la boca .
-¿Le importa si
fumo, Stark? Necesito asimilar todo esto echando humo.
-En absoluto,
adelante.
-Necesito más
detalles, comprenderá que tengo que saber algo más acerca de esto
antes de decidir una respuesta...
-Bien, Fury. Esta
organización necesita de su empuje, apenas tenemos un año de
existencia y nos encontramos un poco... estancados.
-¿Con semejante
tecnología que manejan y tienen problemas?
-Si, no se si la CIA
lo sabe, pero la organización Hydra está empeñada en aniquilar
Shield... y todo lo demás.
-¿Hydra, que o
quienes son esos?
-Un grupo terrorista
que parece enraizado en los años de la segunda guerra mundial y
pretende un control totalitario de la sociedad. Ya han causado que
Shield se haya quedado sin su primer director...
-¿Cómo fue?
- No puedo dar
detalles, tan sólo diré que resultó muerto en acto de servicio
pero completando su misión. Rick Stoner, era coronel, como usted...
-Si, le conocí...
Muy apegado a protocolos, pero eficaz, y de lo más duro que América
ha parido.
-Stoner fue el
primero en recomendarle para este puesto, a pesar de sus diferencias
y disputas en cuanto a métodos. Ahora mismo, Fury, soy el director
eventual en funciones. Pero a quienj Shield necesita al frente es a
usted, para que la enriquezca con su experiencia en combate. Su hoja
de servicios y sus operaciones de inteligencia en Corea y Vietnam le
hicieron coronel, y ahora el jefe de esta organización. Sólo
responderá ante el Presidente y ante mi, no habrá más burocracia
que esa.
Nick se mantuvo en
silencio, lo que Stark le estaba ofreciendo era lo que más quería
hacer, sin tener que revisar montañas de informes de vigilancia.
Claro que podía perder la vida, como Stoner, pero eso era un factor
que siempre estaba ahí y con el que contaba en todo momento. Y según
Stark no sólo iba a dirigir las acciones de la organización,
también participaría directamente. Una oportunidad que puede que a
Nick no le surgiese nunca más en su vida. La de volver a la batalla
participando de ella, y no sólo leyéndola en algún informe. La
decisión era fácil de tomar.
-Stark... Ya tiene
director, alguien tiene que aplastar a esa... Hydra. Podría ser yo
mismo.
-Perfecto, Fury, en
ese caso mi labor de dirección concluye aquí. Shield ya tiene
líder. No se preocupe por su puesto en la CIA. Será transferido de
inmediato sin molestia alguna por ello, yo me encargaré de ello.
Con el paso de los
días, Nick no tardó en habituarse a su nuevo puesto. No tardó en
localizar a sus antiguos conpañeros de armas, como Dum Dum Dugan,
Eric Koenig, o Gabe Jones, que no se pensaron dos veces el
ofrecimiento y aceptaron trabajar codo a codo con Nick como en los
viejos buenos tiempos. Ellos eran el núcleo de sus oficiales,
personas de confianza con los que las tareas parecían ser más
fáciles. Con ellos, arrasaban en cada ataque a aquellos histéricos
neofascistas de Hydra, que hasta el momento parecían operar en suelo
americano demasiado cómodamente, pero que estaban empezando a
aprender por las bravas que la Shield de Fury no iba a negociar nada
y no se andaba con bromas. La tecnología de Stark, que iba más allá
del aerotransporte que Nick comandaba, hacía casi un juego de niños
llevar a buen término las misiones.
De esa forma, en su
nueva etapa, todo comenzó de nuevo para Nick, desde aquella sala
topográfica con Tony Stark. Una etapa como nuevo director de Shield,
lo que cambiaría el rumbo de su propia vida y la de muchos otros.
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