viernes, 3 de julio de 2015

Dimensiones lisérgicas





Las drogas psicodélicas no son ilegales debido a un gobierno amoroso que se preocupa porque saltes de tu ventana. Son ilegales porque disuelven las estructuras de opinión y derrumban los modelos de comportamiento y procesamiento de la información. Te abren la posibilidad de que todo lo que sabías 
estaba mal.
Terence Mckenna, filósoso y escritor.





Todos nos drogamos, aunque no lo veamos de ese modo, y nos drogamos continuamente. Tomar un café, la medicación, alcohol, el chocolate, la puta cocacola, la bollería, los extraños aires que respiramos, y lo que comemos, los amoríos. Lo hacemos, todos los días, pero señalamos con dedo acusador al que vemos encendiendo un porro o al que sabemos que le da a la coca, y tenemos los santos huevos de hacerlo con la copa en la mano, como si estuviéramos libres de esa falta. Los fumadores, sin ir más lejos, somos unos descarados drogadictos. Joder, si también soy un yonqui de los libros. Encima somos politoxicomanos. No se a que viene tanto aspaviento con sustancias como la marihuana o el hachis, que son junto al LSD sustancias que a diferencia del alcohol o el tabaco de los que la mayoría hacemos uso, no se han cargado a tanta gente.

Existe una campaña, con recogida de firmas en change.org,  para la legalización del LSD que parte de las siguientes circunstancias:

1) El LSD ha probado ser un coadyuvante exitoso en la terapia psicoanalítica, además de representar una herramienta eficaz en la rehabilitación de alcohólicos y como analgésico para enfermos terminales de cáncer. Su clasificación dentro de la Lista I de sustancias, a partir de la convención de sustancias psicotrópicas de 1971, imposibilita continuar estudiando y poniendo a disposición de los pacientes, los potenciales beneficios de esta droga.

2) Es ampliamente aceptado por la comunidad médica, que el LSD no genera dependencia física.
 
3) A pesar de su amplio y difundido uso por más de medio siglo, no existe una sola muerte por sobredosis de LSD documentada en la historia, pues la toxicidad de la dosis activa es inferior a la toxicidad de una dosis activa de cafeína.

4) No existen daños físicos o enfermedades mentales asociadas al uso del LSD.

5) La penalización del LSD obliga a los usuarios a recurrir a productores clandestinos que no poseen estándares de calidad o protocolos de seguridad, es esto lo que pone en riesgo las vidas de millones de personas.

6) La penalización del LSD, ha hecho florecer la oferta en el mercado negro de imitadores sintéticos con altos niveles de toxicidad, tales como el NBOMe, que sí ha causado múltiples fatalidades por sobredosis.



Ese tipo de cosas dan que pensar sobre el papel de las prohibiciones en esta sociedad, la propia experiencia con la sustancia no fue ni remotamente mala, seguramente la facultad de imaginar sin freno y la de escribir tenga algo que ver. Recuerdo la experiencia como algo, una barrera que cubría mi mente se derritió, pero esa es otra historia para otro día.. Al mismísimo Steve Jobs, dios de empresarios, no le fue nada mal con el LSD, al contrario, fue para el una extraordinaria y relevante experiencia. En la web Espacio para despertar encuentro un porqué a la prohibición a esta sustancia:


Desde el primer viaje de Albert Hofmann, la humanidad ha podido ser testigo de pequeños “despertares” (como los refieren los propios viajeros) a partir del uso de psicoativos. Esto es en gran parte debido a que la experiencia psicodélica permite reexaminar y redefinir la concepción propia del ser, trastocando su escala de valores y el sistema de creencias con el que un sujeto se ha acomodado en el mundo. Quizá el primer viaje de un psiconauta sea para ver colores brillantes y fantásticas alucinaciones, pero enseguida encuentra que quizá la mayor ganancia está en enfrentarse a la experiencia de vivir por algunas horas desde otro punto de vista radicalmente distinto a la mirada humana. Poco a poco nos descubrimos viajando con el único propósito de conocer el universo sin el velo del ego: completo, interconectado, pleno.

El LSD es una puerta a un universo que va más allá del lenguaje y la cultura, un espacio totalmente nuevo sobre el que la jerarquía desaparece. A partir de esto, se abren espacios a nuevas realidades que no son gobernadas por Estados, que no obedecen a leyes y constituciones. Es innegable que todas estas experiencias generan en el sujeto, luego de regresar de un viaje, la necesidad de reformular una gran cantidad de aspectos de su vida. Luego de ver múltiples experiencias, es fácil escuchar en los relatos de los viajeros, la importancia de resaltar en sus vidas algunos valores universales como el amor y la necesidad única de estar en armonía con su entorno y otros seres.

El LSD ha demostrado en repetidos estudios científicos que es una sustancia con una toxicidad extremadamente baja (menor a muchos sedantes con prescripción), no adictiva, con importante valor para la psiquiatría. El LSD es ilegal por una sencilla razón: es un químico que invita a nuestro cerebro a cuestionar todo, es una herramienta que nos obliga a pensar y dejar de obedecer, esto es contrario al modo mismo en el que nos organizamos como civilización. Un viaje en ácido es más peligroso que la propaganda de los partidos que se oponen al gobierno de turno, un viaje de LSD representa para la humanidad la posibilidad de replantearse ante aspectos básicos que han dirigido nuestra civilización.



2 comentarios:

  1. Yo también estoy a favor de legalización de cierto grupo clave de drogas. Estamos ya en un punto en que el mito de "guerra contra las drogas" es más insostenible y perjudicial que nunca. Y se requiere un cambio.

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  2. Muy de acuerdo, comparto totalmente el punto de vista de este post, el LSD es la puerta a tu conciencia y el peor enemigo del sistema al ser cuestionado desde nuevos puntos de vista.

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