No hace mucho que me dejo caer por este lugar. La primera vez movido por la curiosidad, ahora sin intención de dejar de ir, ni siquiera bajo amenaza de tifones y maremotos.
En este lugar el tiempo no existe, y si existe no importa. Un local con todo lo necesario para dejarse llevar, acogedor, con un personal ágil, atento y de extraordinario trato, los perfectos anfitriones de cualquier evento.
Una música que te lleva a la estratosfera, en donde permaneces un rato, como un astronauta mental, descubriendo nuevos modos de disfrutar de tu tiempo libre.
La terraza tiene a su favor el contar con una decoración y una ambientación atendidos con esmero. Allí es fácil que uno se encuentre con alguna exposición, concierto o audición de geniales artistas que estaréis encantados de descubrir. Salir a la terraza que le da nombre, es como asomarse al jardín de la memoria ancestral, en donde flotas extasiado.
Buen café, una exclusiva selección de cervezas, y una cuidada calidad de los productos que ofrecen, algunos de los cuales son artesanales, hacen de cada visita una experiencia poco común.
Acudir aquí se se convierte para muchos en un hábito, como el de comer o beber. Un soplo de aire fresco entre tantos locales fabricados en serie, todos clónicos, sin nada que los diferencie. Al contrario del lugar que describo, un lugar con alma y vida propios. Es difícil describir la sensación que produce, de modo que la mejor forma es vivir la experiencia. Probad, es una experiencia que se disfruta de principio a fin. Probad y ya no os querréis marchar de allí, ni derramándole encima plomo derretido, como uno que yo me sé...
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