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lunes, 6 de julio de 2015

Banderas rojas y dedazos



“Que se queden con la bandera roja y nos dejen en paz. Yo quiero ganar”

Estas son las palabras de un tecnócrata con memoria selectiva, sin atisbo de sensibilidad, pues lo que está despreciando no es izquierda unida ni el partido comunista. Está escupiendo sobre el legado del movimiento obrero existente desde el siglo XIX, escupiendo sobre el sufrimiento, sangre y muerte de todas aquellas personas que se dejaron la piel y la vida en todos los rincones de este mundo durante años y décadas, más allá de partidos políticos y organizaciones, simbolizados por esa bandera roja que tanto repelús le da.

Gentes de clase obrera que son quienes han construido todo lo bueno de esta sociedad y que en su mayor parte engrosan las filas de su partido, lo que es un insulto incluso mayor, porque muchos de esos militantes, y sin duda los que les precedieron en el tiempo, se jugaron el ir a la cárcel por largo tiempo e incluso la propia vida. Esos de los que ahora reniega por interés electoralista.

Los cambios no siempre vienen generados desde las instituciones. Ganar unas elecciones y acceder a un gobierno no es todo en la vida, ni en la política, menos aún si se hace pisoteando la memoria de los que nos precedieron, que lucharon por un mundo menos oscuro que el que conocían. Un desprecio de clase por su parte con la que quizás congraciarse con los heraldos de los mercados.

En su descargo es cierto que se ha retractado de esas palabras, pero a su ambigua manera, es decir, a medias, y tratando de darnos lecciones de vida. Tendrá que decidir si está con los trabajadores o con los señoritos, ya es hora de posicionarse y dejar el inútil interclasismo, si quiere militantes y no tan sólo groupies, o aún peor, feligreses a los que tratar de hacer pasar por su aro con unas primarias de circunscripción única, controlando el partido con puño de hierro, pero que tropezará con la oposición de Andalucía, Aragón, y Asturias entre otros, como en anteriores intentonas, con una lista plancha para que los representantes de un territorio sean fruto del voto de esa lista en Madrid. Cuidado con esas cosas, una persona no hace un partido y si se tira mucho de la cuerda puede romperse. En resumen, lo que tenemos aquí son unas prácticas que parecen obra del partido de los mal llamados populares.




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