domingo, 18 de noviembre de 2012

La Dama de fuego





Dani era un tipo de 35 años, de estatura media, castaño, y de estética un tanto descuidada, pues no era persona que valorara en demasía las apariencias, prefiriendo la esencia, el ser, y no el parecer. Estaba un poco harto de la superficialidad de la sociedad, de modo que prefería frecuentar lugares en los que no hubiera demasiadas aglomeraciones, ya había decidido el apartarse un poco de esas cosas, de tanta banalidad, tanta cháchara insustancial.

En una especialmente calurosa tarde de verano, uno de los días más asfixiantes del año, encaminó sus pasos instintivamente hacia uno de los lugares, o más correctamente expresado, el lugar, su santuario, la cafetería el Gnomo, donde no paraba demasiada gente, y que estaba, a la vez, cerca y lejos de todo. Roberto buscaba en ese momento, sobre todo, un rincón donde la temperatura no castigase tanto, buscando el frescor perdido.

Una vez dentro, en la esquina de la barra más alejada de la puerta, fuera del alcance de los efluvios del calor, lo más resguardado posible  de las abrasadoras irradaciones solares, y tras el saludo  de rigor a la camarera, y solicitar una consumición para cubrir el expediente,una vez más se encontraba allí, en ese lugar concreto, donde se ocultaba del mundo, oculto a plena vista, camuflándose entre una abigarrada colección de pintorescos personajes que por allí transitaban, alguno de los cuales ligeramente disfuncionales. Tras una pequeña charla con algún otro asiduo, y con la camarera, como en muchas otras ocasiones, volvió a dejar hablar al silencio, dejó volar la mente, totalmente libre, levitando entre el mundo que es, y todos los mundos que podrían ser.

Así se encontraba, embebido en su propio microuniverso fantástico, envuelto en un atípico entorno, plagado de subterráneas existencias, tratando, de ese modo, de luchar contra la monotonía, que en ese día, asomaba e intentaba expandirse, e invadirlo todo.

Aunque pronto, la amenaza de la monotonía se disiparía, pues en el lapso de un segundo al siguiente, todo se transformó. Una brillante presencia aterrizó allí, en el escondrijo habitual de Dani.

Una flamígera estrella, como un pequeño sol de forma humana, emanando una cálida luz que iluminó hasta el más recóndito recoveco del interior de la madriguera que Dani había elegido para refugiarse, y bañando a todos los allí presentes, aunque nadie excepto Dani pareció advertirlo, tan sólo el, de entre todos ellos, lo podía percibir.

Con los días Dani, veía regularmente en el local a la Dama de Fuego, como así la denominaba, pues desconocía su nombre, y él, que generalmente no se interesaba por esas cosas, ni por personas que no conociera, deseaba saber su nombre, deseaba entablar algun tipo de contacto, de comunicación con ella, porque había algo en ella, que le impactaba enormemente, quizá el fuego que el veía crepitar en su interior. Y aún un poco turbado, e intimidado por ella, no mucho tiempo después, Dani, decidió dar el paso para intentar conocerla y darse a conocer, aprovechando que ella, era una asistente habitual del lugar, dejándose caer por allí con cierta asiduidad.

Dani, a pesar de sus temores, fue bien recibido por la Dama de Fuego, que amistosamente, le fue revelando su nombre, Kasai, y otras cosas sobre ella, a lo que Dani correspondió, abriéndose como desde hacía mucho tiempo que no hacía. Así, fueron descubriéndose poco a poco uno al otro. Y Dani, descubrió en ella, a una mujer fascinante e inspiradora, cuya luz, era más intensa que la que en un principio había percibido. Ella era una muy interesante chica, alguien sin parangón alguno, no podía compararla con nadie, pues nunca había conocido a alguien así en su vida. El tipo de persona que tan solo puedes ver en tus mejores sueños, hecha realidad, allí mismo, ante el. Dotada con una aguda inteligencia, un corazón apasionado, y un espíritu verdaderamente libre. Alguien realmente especial, que al igual que Dani, había experimentado multitud de situaciones, y se encontraba en una fase transitoria de su vida, pero que no por ello le restaba ni un ápice del encanto natural que desprendía.

Con el tiempo, y el roce, se fue creando un vínculo de confianza entre los dos, podían hablar de cualquier tema sin tabúes ni cortapisas.Ni  Dani, ni Kasai, afortunadamente podían concebir como muchos seres humanos podían vivir y funcionar desprovistos de toda sensibilidad, inmunes al horror y al dolor, si, pero también, tristemente incapaces de percibir y apreciar la belleza de las cosas.

La belleza del mundo, de la vida, la belleza de poder conocer a una de esas pocas personas con el corazón y el interior en llamas, con pasión por conocer, ser vivir! Sin reglamentos ni protocolos. Pues la vida arde, y no queremos perdernoslo, queremos sentir su calor, no quedarnos al margen, fríos y expectantes, tan entumecidos e insensibles a toda situación, encerrados en grises vidas sin sentido. Es preferible correr a lo desconocido, que vegetar en la inexistencia.

Y ella, Kasai, era la persona que Dani necesitaba, para con su fuego interior, alimentar el suyo propio, hasta tal punto de que un día, que no pudo verle, se dió cuenta, de que no solo era su amiga, se dió cuenta de que le gustaba, aunque le costaba, no sabía si atreverse, no acababa de encontrar el momento y el lugar, y durante unos días, se lo guardó, hasta que un día, mientras la acompañaba a la parada del autobus que la llevaba  a casa, tomó impulso y le dijo:

- Kasai, tengo una cosa que... quiero decirte desde hace unos días.

-Adelante, ya sabes que puedes decirme lo que quieras.

-Me siento afortunado, afortunado por haberte conocido, y también por tener ese mínimo de sensibilidad que me permite apreciar y disfrutar intensamente los momentos que contigo comparto, en esos momentos, Kasai, creo que experimento la felicidad, mientras percibo la belleza de tu ser...

-Oh, muchas gracias, yo también disfruto plenamente los momentos que paso contigo, aunque de momento no puedo decirte más, dejemos pasar el tiempo, que será quien nos indique que tendrá que suceder.

-Si, yo tan sólo quería decirte esto, sencillamente para que lo supieras, ya se que ahora mismo, estamos los dos en  una fase de nuestras vidas un poco atipica. Tan sólo te digo estas palabras para no ocultartelas.

-Te lo agradezco, mañana nos vemos y hablamos, ahi llega mi autobús.

-Hasta mañana Kasai.

Dani se quedó mirando como subía al autobús, y se quedó mirando hasta que arrancó, y se perdió entre el tráfico. Una vez hubo desaparecido de su campo visual, se giro, y se dirigió a su casa, a paso tranquilo hacia su casa, encendiendose un cigarrillo, y aunque alguna vez pensó en como seria si el subiera junto a ella en ese autobús, al que siempre miraba alejarse. Y es que le encantaba pasar el tiempo con Kasai, le encantaba sentir el calor de su fuego interior, hasta tal punto que las horas le parecían segundos a su lado, se serenó con la idea de que los dos habían hecho lo mejor, no apresurarse, no había ninguna prisa, el siempre iba a estar para ella.

3 comentarios:

  1. Me gustó mucho el relato. La capacidad de auto conocimiento de Dani, su sinceridad, la madurez y la contemplación de los dos, sin prisas. Muy bonito.

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    1. Gracias, fué una cosa que me vino de repente a la cabeza.

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